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La informalidad y la mediocridad tienen una relación muy cordial

por José Lorenzo Moreno López

 
Vivimos en una época donde la mal entendida flexibilidad y la informalidad parecen ser las reglas del juego, y algo más todavía, y es que tienen buena prensa y están bien vistas. Y aunque está bien relajarse de vez en cuando, hay una delgada línea entre ser flexible y caer en la mediocridad.

¿Te has dado cuenta de cómo, cuando empezamos a tolerar la informalidad en ciertos aspectos importantes, esa permisividad poco a poco se convierte en un estándar bajo? Pues sí, tolerar la informalidad es como hacerle un guiño a la mediocridad. Y lo peor: muchas veces lo hacemos sin ser conscientes de ello.

No confundamos informalidad con ser relajado o abierto. Ser relajado significa tener la capacidad de adaptarse sin sacrificar la calidad. Aunque la informalidad mal entendida, esa donde empiezas a saltarte pasos, donde lo «más o menos» es suficiente, se convierte en una puerta abierta a la mediocridad. Si empiezas a aceptar lo «bueno, así está bien» en lugar de esforzarte por lo mejor, ya estás en peligro de caer en ella.

Lo más peligroso de tolerar la informalidad en aspectos clave es que no se queda en un solo lugar. Aceptas un nivel bajo en un área y, sin darte cuenta, esa actitud se filtra en otros aspectos de tu vida. Tal vez empiezas a bajar los estándares en tu trabajo, luego en tus relaciones personales, y antes de que lo notas, estás rodeado de mediocridad en todos lados. Es como un efecto dominó porque una cosa lleva a la otra, y todo empieza por ser demasiado permisivo.

¿Cuántas veces hemos dicho o escuchado «no pasa nada si lo hacemos así, no es para tanto»? Esta frase es la primera señal de que estamos bajando el listón. Claro que no pasa nada una vez o dos, aunque cuando se vuelve la norma, sí pasa algo, y es que la calidad se diluye. La excelencia se construye en los detalles, y si dejamos que esos detalles se pierdan en la informalidad, estamos abriendo la puerta de par en par a la mediocridad.

Si realmente quieres evitar caer en la complicidad con la mediocridad, lo primero que tendrás que hacer es fijar estándares claros y, sobre todo, respetarlos. Tener estándares no es rígido, es ser consciente de que hay un nivel mínimo de calidad que no se puede comprometer. En cualquier ámbito, sea en el trabajo, en proyectos personales o incluso en cómo manejas tus relaciones, establece expectativas claras y no ceder a la informalidad marca la diferencia entre mediocridad y excelencia.

Ser adaptable es una habilidad muy valiosa. Te permite ajustarte a los cambios, enfrentar desafíos con creatividad y, en general, ser más flexible. Aunque adaptabilidad no es sinónimo de bajar la guardia. Adaptarte implica encontrar nuevas formas de mantener (o incluso superar) los estándares, no bajar el nivel para hacerlo «más fácil». Ser adaptable te fortalece, ser informal te debilita.

La clave para combatir esta complicidad silenciosa con la mediocridad está en exigir más, tanto de ti como de los demás. No se trata de ser perfeccionista, sino de comprometerte a hacer las cosas bien, a cuidar los detalles, y a no conformarte con lo mínimo aceptable. Las personas que se rodean de excelencia inspiran a otros a hacer lo mismo. Cuando te niegas a aceptar lo mediocre, motivas a los demás a elevar su nivel.

Es fácil ser informal. No exige mucho esfuerzo, te permite relajarte y no tomar las cosas demasiado en serio. Aunque esa comodidad tiene un costo. Cuando eliges la excelencia sobre la informalidad debes saber que tal vez al principio te costará más trabajo, eso si, a largo plazo la recompensa será mucho mayor. Las oportunidades, el respeto y el reconocimiento no llegan a quienes son «más o menos», sino a quienes consistentemente hacen su mejor esfuerzo.

Tolerar la informalidad no es solo una actitud relajada, es un camino silencioso hacia la mediocridad. Cada vez que aceptas menos de lo que sabes que puedes dar o permites que lo «suficientemente bueno» sea la norma, estás bajando tus propios estándares. La excelencia no es cuestión de suerte, es el resultado de mantener altos niveles de calidad, incluso en los pequeños detalles.

Así que, la próxima vez que te enfrentes a la tentación de la informalidad, recuerda que cada decisión cuenta. Elige la excelencia y sigue creciendo.

Fuente: https://www.linkedin.com/pulse/la-informalidad-y-mediocridad-tienen-una-relaci%C3%B3n-muy-moreno-l%C3%B3pez-qwdhf/

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