Modo Oscuro Modo Claro

Contigo mismo

por Merce Roura

Solo cuando estás completamente harto das el paso que necesitas dar.

Solo cuando ante no queda nada, decides cambiar de camino…

Es una lástima tener que esperar a no poder más para reaccionar y tomar decisiones, pero a veces es la única forma en que tenemos fuerzas. El momento en que nos damos cuenta de que no podemos seguir así y hacemos click muy dentro y algo se rompe y se pone en marcha ese mecanismo que estaba oxidado y paralizado…

Es curioso que para levantarse con fuerza y con ganas se tenga que caer, a veces. Que para que algo sea sólido, en este caso nosotros y nuestra voluntad, tengamos que perderlo todo, que destruirlo todo, que caer al vacío… Aguantamos tanto, nos esforzamos tanto para resistir cosas que realmente no deberíamos soportar si nos valoráramos y respetáramos que perdemos la fuerza y la autoestima para detener la a tiempo la espiral en la que andamos metidos… O para cerrar la puerta a lo que nos hace daño. Esperamos que las circunstancias cambien para decir basta y nada cambia nunca porque el cambio real depende de nosotros.

Por ello, muchas veces, diría que demasiadas, necesitamos hundirnos y tocar fondo para poder darnos cuenta de que ya no podemos seguir. Para que no haya más remedio que permitirnos dejar de ser la víctima de la situación y tomar las riendas para salir del agujero. Cuando el dolor es insoportable, ese hilo de voz que no queda nos permite decir no porque la alternativa, continuar igual, se vuelve impensable.

No es el momento de reprocharse nada sino de darse las gracias por ser capaz y tomar aliento.

Es el momento de aprovechar el impulso de la caída para levantarse y con esa fuerza arrasar con todo lo que ya sabemos que no es e ir a por lo que sí.

Es el momento, con esa fuerza que te da el dolor acumulado y el ímpetu para ya no soportarlo más, de tomar decisiones. Y no, no son en caliente, son todas esas necesidades acumuladas que tienes pendientes y no has escuchado nunca… Son esas súplicas que no atiendes… Y justo ahora, cuando todo está roto, perdido, destrozado… Cuando ya no tienes nada que perder, porque te has perdido a ti intentando ser encontrado por otros que nunca te hicieron el más mínimo caso ni te respetaron, que puedes ir a por todas.

Es una lástima caer y tocar fondo, pero a veces es esa palanca que necesitamos para poder lanzarnos y dar ese salto de fe en nosotros mismos que necesitamos. Ese empujón para seguir adelante desde la confianza del que ya no puede más en el camino que ha transitado hasta ahora y sabe que cualquier otro camino será mejor porque en ese ya no hay salida.

Justo en ese instante, te das cuenta de que no se trataba de elegir camino ni decir no o decir sí… Siempre, absolutamente siempre, la opción saludable y sensata era elegirte a ti. Y que cualquier opción que pase por pisarte o rechazarte a ti mismo, tiene que quedar descartada… Es más, ya ni siquiera existe.

Y desde ahí puedes perdonarlo todo porque ves el aprendizaje y no la ofensa… Y ya has encontrado a alguien que te valora suficiente como para seguir adelante a tu lado. La ironía es que esa persona siempre estuvo ahí, porque eres tú, pero tú nunca le hiciste caso. Siempre fuiste tú contigo mismo…

Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2024/03/05/contigo-mismo/

Agregar Comentario Agregar Comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Post Anterior

𝗘𝘀𝘁𝗿𝗮𝘁𝗲𝗴𝗶𝗮𝘀 𝗰𝗹𝗮𝘃𝗲 𝗽𝗮𝗿𝗮 𝗲𝗹 𝗲́𝘅𝗶𝘁𝗼 𝗲𝗻 𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝗮𝘀 𝗳𝗮𝗺𝗶𝗹𝗶𝗮𝗿𝗲𝘀: 𝗠𝗮́𝘀 𝗮𝗹𝗹𝗮́ 𝗱𝗲 𝗹𝗼𝘀 𝗰𝗮𝗺𝗯𝗶𝗼𝘀 𝘀𝘂𝗽𝗲𝗿𝗳𝗶𝗰𝗶𝗮𝗹𝗲𝘀

Próximo Post

Benjamin Franklin