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por Juan Carlos Valda

—No se puede planificar nada en este país, Juan Carlos. ¿Cómo voy a armar un plan estratégico si no sé qué va a pasar con el dólar, la inflación, las ventas o las nuevas medidas del gobierno? —me dice Roberto, dueño de una PYME que fabrica muebles.

—Entiendo, Roberto. La incertidumbre es real, pero decime una cosa: ¿ya sabés a dónde te vas de vacaciones este verano?

—¡Claro! A Brasil. Ya alquilé el departamento y estoy viendo el tema del viaje.

—Entonces… ¿me estás diciendo que podés planear tus vacaciones, pero no la dirección de tu empresa?

Roberto se queda en silencio por un momento. La pregunta parece hacerle ruido.

Este tipo de conversación es más común de lo que imaginamos. Muchos empresarios PYME sienten que, en Argentina, planificar es una misión imposible. “Con tanta incertidumbre, no tiene sentido”, dicen. Sin embargo, ese mismo empresario puede planear sus vacaciones con meses de antelación, calcular gastos, incertidumbre de tipo de cambio y prever posibles imprevistos. Entonces, ¿por qué es tan difícil aplicar la misma lógica en su empresa?

¿Por qué planificar parece imposible para las PYMES?

La excusa más frecuente es la incertidumbre económica, política y social que caracteriza a nuestro país. Sin embargo, esto no es exclusivo de Argentina. La incertidumbre es una constante en cualquier economía del mundo, aunque es cierto que aquí se siente con más intensidad.

El problema principal no es la incertidumbre en sí, sino cómo decidimos enfrentarla. Muchos empresarios adoptan una postura reactiva: esperan a que los cambios ocurran para después adaptarse. Este enfoque los deja siempre corriendo detrás de los problemas, apagando incendios en lugar de anticiparse.

¿Por qué sí podemos planificar las vacaciones?

Cuando planificamos un viaje, aunque hay cosas fuera de nuestro control (como el clima o el tráfico), igual tomamos decisiones para minimizar imprevistos. Si llueve, llevamos un paraguas. Si viajamos en auto, hacemos un chequeo mecánico. Incluso reservamos alojamiento con anticipación para asegurarnos un buen lugar.

Planificar unas vacaciones implica hacer estimaciones, anticipar escenarios posibles y tener un margen para la flexibilidad. Sabemos que no todo saldrá tal como esperamos, pero eso no nos impide organizar el viaje. ¿Por qué entonces no aplicamos esta lógica a la gestión empresarial?

Planificar no es predecir el futuro

Muchos empresarios caen en el error de pensar que un plan es una predicción exacta de lo que va a pasar. Esto no es así. Un plan es simplemente una herramienta que permite tener un rumbo claro, organizar recursos y definir prioridades. No se trata de adivinar el futuro, sino de establecer un camino a seguir y tener alternativas por si las cosas no salen como esperamos.

Por ejemplo, al armar un plan estratégico, podemos considerar distintos escenarios:

  1. Escenario optimista: La economía mejora y se reducen las restricciones cambiarias.
  2. Escenario pesimista: Suben los costos y hay menos demanda.
  3. Escenario intermedio: La situación se mantiene más o menos igual.

El objetivo es preparar la empresa para adaptarse rápidamente a cualquiera de estos contextos. Así como en un viaje podemos cambiar la fecha o el destino si surge un imprevisto, en la empresa también debemos ser flexibles.

La clave: Planificar con márgenes de adaptación

No es necesario tener todo bajo control para hacer un buen plan. Lo importante es trabajar con lo que sabemos hoy y dejar espacio para lo que pueda cambiar mañana. Esto implica:

  • Definir objetivos claros, aunque sean a corto o mediano plazo.
  • Establecer prioridades para saber qué aspectos de la gestión demandan más atención.
  • Tener planes alternativos (el famoso “plan B”) en caso de que la situación cambie.
  • Medir resultados constantemente para ajustar el rumbo si es necesario.

Volviendo al ejemplo de las vacaciones, es como decidir que este año queremos viajar al sur. Si encontramos que los pasajes a Bariloche están muy caros, tal vez optemos por Villa La Angostura. Lo importante es no perder de vista que el objetivo es disfrutar un buen descanso, independientemente del destino final.

¿Qué pasa si no planificamos?

No planificar no nos libra de los problemas; al contrario, nos deja a merced de los cambios. Sin un plan, cualquier inconveniente puede convertirse en una crisis. Imaginemos lo que sería viajar sin haber reservado alojamiento ni calcular gastos: tendríamos que improvisar en todo momento, lo que probablemente nos generaría más estrés que disfrute. Lo mismo sucede con la empresa. Sin una hoja de ruta clara, las decisiones se vuelven improvisadas y el riesgo de cometer errores aumenta.

El costo de no tener un plan

La falta de planificación tiene un costo muy alto para las PYMES. Sin un rumbo claro, se desperdician recursos, se toman decisiones apresuradas y es más difícil motivar al equipo. Además, el empresario termina atrapado en la rutina operativa, sin tiempo para pensar estratégicamente. Es como si estuviera todo el tiempo preparando las valijas para un viaje, pero nunca se decide a salir.

La planificación como hábito, no como un evento aislado

Planificar no debería ser algo que hacemos una vez al año y luego olvidamos. Al igual que revisamos el pronóstico del tiempo antes de viajar, en la empresa también debemos revisar y ajustar el plan periódicamente. La planificación debe ser un proceso continuo que nos permita adaptarnos a los cambios sin perder el foco en nuestros objetivos.

Conclusión: El problema no es Argentina, sino cómo elegimos gestionarnos

Decir que en Argentina no se puede planificar es una trampa mental. Lo que realmente sucede es que muchas veces preferimos quedarnos en nuestra zona de confort, reaccionando ante los problemas en lugar de anticiparnos a ellos. Pero planificar no significa predecir el futuro; significa prepararnos para enfrentarlo, sea cual sea.

Así como Roberto puede organizar sus vacaciones aun con incertidumbres, también puede armar un plan para su empresa. Todo empieza por cambiar la forma en que miramos la realidad: si seguimos creyendo que planificar es inútil, estaremos condenados a improvisar. Pero si entendemos que un plan es una herramienta flexible, que se adapta y nos orienta, entonces habremos dado un paso fundamental para gestionar nuestra PYME con mayor inteligencia.

Porque al final del día, la pregunta no es si se puede o no planificar en Argentina. La verdadera pregunta es: ¿Queremos seguir improvisando o estamos dispuestos a tomar el control?

Para contactar a Juan Carlos: jcvalda@grandespymes.ar

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