por Alvaro Mendoza
Lo he dicho una y mil veces y lo repetiré mil veces más, porque sé que es necesario: la mejor inversión que puedes hacer en la vida es educarte, capacitarte, prepararte. El conocimiento es algo que no se olvida, que nadie te puede arrebatar. Lo que aprendas te dará la posibilidad de ingresar en un universo ilimitado donde hay más aprendizajes.
Es una ironía de la vida y, quizás por eso, muchos no la entienden. Cada vez que insisto en profundizar la educación, en aprender nuevas estrategias y habilidades, percibo ceños fruncidos. Algo así como cuando uno es un niño y a la hora del almuerzo la mamá le sirve un plato de sopa en vez de la deliciosa carne de la que se antojaba. ¡Qué desilusión!
La mayoría de los emprendedores que conozco y que no pudieron cumplir sus sueños, que se quedaron a mitad del camino, carecían del conocimiento necesario para solucionar los problemas que se les presentaron. Uno les pregunta qué pasó y ellos responden que el dinero, que las herramientas, que las circunstancias, que la competencia…
Siempre hay una buena disculpa, pero esa no es la verdad. La verdad es que carecían de lo fundamental. Yo mismo comencé con muy pocos recursos, con precarias herramientas y en unas circunstancias adversas. Fueron tiempos difíciles, sin duda, pero logré salir airoso gracias a lo más valioso que tenía en ese momento y que aún poseo: el conocimiento.
Duele ver cómo personas muy valiosas, con amplio conocimiento y rica experiencia, son desaprovechados por las empresas debido a que no poseen un diploma que diga que cursaron un diplomado, o una maestría. En el mercado laboral convencional, esas personas se vuelven desechables, y más si, para rematar, cuentan más de 35 años.
Hoy, nos guste o no, el mercado laboral privilegia a las personas que pueden ofrecer mejores credenciales que un título profesional. Quizás no sean las más competentes, quizás no sean las más eficientes, quizás no tengan las mismas habilidades de otras, no importa. Son las reglas de un juego perverso en el que otros ponen las condiciones.
Y tú decides si las juegas, o no. Y esa es la cuestión. Cuando voy de viaje a Colombia y me encuentro con alguno de mis compañeros de colegio o de la universidad, quedo perplejo al escuchar qué han debido hacer para mantenerse vigentes en el ámbito laboral. Es como involucrarse en una loca carrera para exhibir una nueva medalla, una más.
Eso es lo que vale. Aunque después no las puedas sustentar con conocimiento, con decisiones, con criterio, con ejecución, con resultados positivos. Eres un buen candidato porque acreditas muchos títulos. Una ecuación perversa repito. Muchos, la mayoría, sucumbe, se cansa de nadar contra la corriente y toma una opción que no es la mejor.
La mente abierta, la capacidad de aprendizaje, la facilidad para adaptarse y
la posibilidad de actuar bajo presión son algunas de las características que la
revolución digital nos enseñó a los emprendedores. Eso, sin duda, nos hace diferentes.
¿Sabes cuál? Deciden volverse emprendedores. Y digo que no es la mejor opción NO porque ser emprendedor no sea una excelente alternativa (yo lo soy hace veinte años), sino porque no están preparados para ello. Y, como decía el gran Cantinflas, ahí está el detalle: muchos creen que para ser emprendedor solo se requieren ganas y dinero.
Algunos consiguieron sobrevivir largo tiempo en esas condiciones, pero la revolución digital los dejó al descubierto. Sin el conocimiento y sin las habilidades requeridas, sus carreras se vinieron al piso. Lo peor es que muchos de ellos no entienden cuál es la solución al problema: educarse, capacitarse, estudiar, prepararse académicamente.
Fuente: https://mercadeoglobal.com/blog/conocimiento-clave-exito-revolucion-digital/