Por Juan Carlos Valda
Hay frases que te pegan como un balde de agua fría, y la de Epicteto es una de esas: “No expliques tu filosofía, encárnala”. Parece simple, pero cuando te sentás a reflexionar, te das cuenta de que tiene un poder transformador. En el mundo de los negocios, esta idea puede ser un punto de quiebre. Porque, seamos honestos, ¿Cuántas empresas conocés que dicen ser una cosa pero en la práctica son otra? Muchas. Pero esas que realmente encarnan lo que dicen ser… esas son las que marcan la diferencia.
Hoy vamos a explorar cómo esta idea estoica puede convertirse en una ventaja competitiva para las PYMES, especialmente en un mercado saturado donde la confianza y la coherencia valen más que el mejor precio.
Decir es fácil, hacer es otro tema
Cuando pensás en marcas que admirás, ¿por qué las elegís? Probablemente porque cumplen con lo que prometen, porque te hacen sentir que su «filosofía» no es solo un eslogan publicitario, sino algo real. Pienso, por ejemplo, en marcas que se comprometen con la sustentabilidad o con la excelencia y lo demuestran en cada detalle, desde sus productos hasta su forma de operar.
Pero en el otro extremo están las empresas que te dicen que el cliente es su prioridad, y después te hacen perder horas reclamando por un mal servicio. O esas que proclaman “valores familiares” y después no respetan ni a sus propios empleados. Este divorcio entre el discurso y la acción no solo genera desconfianza, sino que también aleja a clientes y empleados que, hoy más que nunca, valoran la autenticidad.
Filosofía aplicada a los negocios
Epicteto nos desafía a dejar de hablar tanto y empezar a demostrar con hechos. En los negocios, esto implica algo clave: coherencia. No es sólo decir que tenés valores, es vivirlos y mostrarlos. ¿Querés ser una empresa que valore a las personas? Tratá bien a tus empleados, preocupate por tus clientes, conectá con la comunidad. ¿Prometés calidad? No solo lo digas en tu publicación de Instagram; garantizalo en cada producto que entregás.
Las empresas que logran esto no solo generan lealtad, sino que se convierten en referentes. Pensemos en Patagonia, la empresa de ropa outdoor. Su compromiso con el medio ambiente no es solo un slogan, lo reflejan en cómo fabrican sus productos, en las causas que apoyan e incluso en cómo motivan a sus clientes a comprar menos. Esa coherencia es su mayor herramienta de diferenciación. ¿Y qué pasa con las PYMES? Bueno, vos también podés ser el Patagonia de tu nicho.
Encarnar tu filosofía: un ejemplo simple
Imaginemos un caso práctico. Sos dueño de una PYME de alimentos saludables. Tu eslogan es algo como “Cuidamos tu salud, cuidamos el planeta”. Suena lindo, pero ¿cómo hacés para que no quede solo en palabras? Acá hay un par de ideas:
- Ingredientes reales y locales: Que tu producto no tenga ni un gramo de esas cosas que suenan a química de laboratorio. Y, si podés, comprá los ingredientes a productores locales.
- Packaging sustentable: Si decís que cuidás el planeta, no podés usar plástico de un solo uso. Invertí en materiales reciclables o compostables.
- Educación al consumidor: Hacé talleres o posteos que enseñen a comer mejor o a reducir desperdicios en casa.
- Cuidá a tu equipo: Si querés transmitir salud, también tenés que cuidar la salud mental y física de tus empleados. No alcanza con poner una mesa de frutas en la oficina; asegurate de que tengan condiciones laborales dignas.
Cuando haces esto, tus clientes no solo compran tu producto, compran tu filosofía. Y eso crea un vínculo mucho más fuerte que el precio.
El poder del ejemplo
Vamos a llevar esta idea un paso más allá. ¿Qué pasa con vos, el líder? Si querés que tu empresa sea un reflejo de ciertos valores, tenés que empezar por vos mismo. Acá no hay escapatoria. Si exigís puntualidad, pero vos siempre llegás tarde, tu mensaje pierde peso. Si hablás de transparencia, pero ocultás información a tu equipo, esa brecha se nota.
Una PYME liderada por alguien que encarna su filosofía genera respeto y admiración. Pensá en cuántos empleados han dicho alguna vez: “Mi jefe nunca haría eso”, con tono de desprecio. Ahora imaginate que tus empleados digan lo contrario: “Si él o ella lo hace, es porque vale la pena”. Esa es la vara que hay que alcanzar.
Ventajas de encarnar tu filosofía
Ahora bien, ¿qué ganás con todo esto? Acá van algunas de las ventajas que podés obtener al convertirte en una empresa que vive su filosofía:
- Confianza: Los clientes se sienten seguros porque saben que tus acciones respaldan tus palabras. Y, como sabemos, la confianza es la moneda más valiosa en los negocios.
- Lealtad: Un cliente fiel vale más que diez que solo están con vos por una promoción. Cuando encarnás tu filosofía, la lealtad crece.
- Diferenciación: En un mercado donde todos parecen iguales, ser auténtico te hace destacar. Las empresas que viven sus valores tienen una ventaja competitiva que no se puede copiar fácilmente.
- Orgullo interno: Tus empleados se sienten parte de algo más grande. Esto mejora el ambiente laboral y aumenta la productividad.
- Atracción de talento: Las personas buscan trabajar en empresas que sean coherentes, que tengan un «propósito» real. Si vivís tu filosofía, vas a atraer a los mejores.
- Impacto positivo: No solo mejorás tu negocio, sino también contribuís a la sociedad de una forma más profunda.
Obstáculos y cómo superarlos
¿Suena ideal? Claro que sí. Pero también es desafiante. Encarnar tu filosofía implica romper con viejos hábitos y asumir riesgos. ¿Cuáles son los principales obstáculos y cómo podés superarlos?
- Costo inicial: Cambiar procesos para alinearlos con tu filosofía puede ser caro. Pero es una inversión, no un gasto. A largo plazo, la coherencia genera retorno.
- Resistencia interna: No todos en tu equipo van a entender el cambio de inmediato. Comunicá el «por qué» de las decisiones y sé paciente.
- Expectativas externas: Si cambiás tu forma de operar, los clientes pueden tardar en notarlo. Es un trabajo constante.
- El «corto plazo»: Vivir tu filosofía puede ser un camino más lento que solo vender y facturar. Pero el impacto a largo plazo vale la pena.
Entonces, Epicteto tenía razón: las palabras se las lleva el viento. En un mundo donde todos hablan, lo que realmente marca la diferencia es lo que hacés (y cómo lo haces). No se trata de explicar tu filosofía con discursos elegantes o promesas vacías, sino de vivirla en cada decisión, en cada producto y en cada interacción.
Las PYMES tienen una oportunidad única de destacar en sus mercados si adoptan esta idea. No importa si tu negocio es chico o grande, si vendés productos o servicios. Lo que importa es que seas coherente con lo que decís ser. Porque, al final del día, los clientes y los empleados no buscan empresas perfectas, sino empresas reales y confiables.
Entonces, dejá de explicar tanto y empezá a hacer. Porque, como dice otra frase sabia: “Lo que hacés habla tan fuerte que no puedo escuchar lo que decís”. Encarná tu filosofía, y dejá que eso hable por vos.
Para contactar a Juan Carlos e implementar estos conceptos en tu empresa, escribirle a jcvalda@grandespymes.com.ar