Por Jennifer Delgado Suรกrez
Un dรญa, un ratรณn vio por el agujero de la pared donde tenรญa su madriguera al granjero y su esposa abriendo un paquete. Se emociono imaginando todas las cosas deliciosas que podrรญa contener, pero muy pronto quedรณ horrorizado al descubrir que se trataba de ยกuna ratonera!
Asustado, fue corriendo al patio de la granja para advertir a todos los animales:
โ Hay una ratonera en la casa, ยกยกยกuna ratonera en la casa!!!
La gallina, que estaba cerca, levanto la cabeza y le dijo:
โ Discรบlpeme Sr. Ratรณn. Entiendo que representa un gran problema para usted, pero a mรญ no me perjudica en lo mรกs mรญnimo โ y siguiรณ escarbando la tierra.
El ratรณn corriรณ entonces hasta el cordero y le dijo:
โ ยกยกยกHay una ratonera en la casa, una ratonera!!!
โ Veo que estรก muy alarmado, pero no hay nada que yo pueda hacer, solo orar por usted. Quรฉdese tranquilo, le recordarรฉ en mis oraciones โ le respondiรณ este impertรฉrrito.
El ratรณn, ya desalentado, se dirigiรณ a la vaca con sus รบltimas esperanzas puestas en ella, pero esta le dijo:
โ ยฟAcaso yo estoy en peligro? Creo que noโฆ. Es mรกs โฆ Estoy segura que no. Lo siento por ti.
El ratรณn volviรณ a su madriguera preocupado y abatido, pensando en cรณmo afrontar solo aquella nueva amenaza.
Aquella misma noche se escuchรณ un rumor en la granja, como el de una ratonera atrapando a su vรญctima. La mujer del granjero corriรณ para ver lo que habรญa atrapado. En medio de la oscuridad, no pudo ver que la ratonera habรญa atrapado la cola de una cobra venenosa, que mordiรณ a la mujer.
El granjero llamรณ inmediatamente al mรฉdico, que le recomendรณ que le preparara una sopa para la fiebre y el malestar.
El granjero, sin pensรกrselo dos veces, agarrรณ su hacha y fue a buscar el ingrediente principal de la sopa: la gallina.
Sin embargo, la mujer no mejoraba. Su familia fue a visitarla y, para alimentarlos, el granjero tuvo que matar el cordero.
Finalmente, la mujer no sobreviviรณ al veneno y acabรณ muriendo. El granjero, para cubrir los gastos del funeral, tuvo que vender la vaca al matadero.
ยฟEmpatรญa? Sรญ, pero selectiva
Dicen que la empatรญa estรก escrita en nuestros genes. Pero no cabe duda de que รบltimamente estamos desarrollando una empatรญa muy selectiva. Nos resulta mรกs fรกcil empatizar con quienes se parecen a nosotros. Ponernos en la piel de quien percibimos como demasiado diferente exige un esfuerzo que cada vez menos personas estรกn dispuestas a hacer.
Los medios de comunicaciรณn tampoco ayudan. Un estudio realizado en la Universidad George Washington sobre la cobertura de las noticias de desastres naturales a lo largo de los aรฑos 70 y 80 revelรณ que la gravedad o la letalidad de la catรกstrofe no es el factor principal que impulsa la empatรญa de la gente. La prensa estadounidense dedicรณ tres veces mรกs noticias a un terremoto en Italia que se cobrรณ 1.000 vidas que a uno en Guatemala mรกs devastador que matรณ a 4.000 personas.
Obviamente, el pรบblico estadounidense se sintiรณ mรกs identificado con el sufrimiento del primero (a pesar de que el segundo era mรกs cercano geogrรกficamente), lo cual parece indicar que existen algunos grupos que son mรกs โmerecedoresโ de nuestra atenciรณn que otros (aunque no nos guste reconocerlo).
En 2019, el investigador especializado en empatรญa, Fritz Breithaupt, explicaba que, en medio de un conflicto, no somos capaces de empatizar total y efectivamente con los grupos histรณricamente marginados. Elegimos el bando con el que nos sentimos mรกs identificados y el que creemos (o al menos esperamos) que defienda nuestros privilegios. Y una vez que tomamos partido se desarrolla una polarizaciรณn tan fuerte que nos impide comprender las razones del otro o incluso ver su sufrimiento.
En otras palabras, demasiado a menudo nos comportamos como los animales de la granja de la fรกbula. Demasiado a menudo cerramos los ojos ante los problemas de los demรกs porque creemos que no nos ataรฑen. Demasiado a menudo nos escondemos en nuestra โburbuja felizโ pensando que nadie podrรก arrebatarnos esos privilegios.
Demasiado a menudo nos encerramos tras un muro de protecciรณn, inundando los accesos a nuestros domicilios con cรกmaras de seguridad, como escribiera Zygmunt Bauman. Pero cada cerradura adicional que colocamos en la puerta de entrada aรฑade solo mรกs miedo y desidia.
Mientras desarrollamos esa empatรญa selectiva y protegemos nuestra pequeรฑa parcela de privilegio, perdemos algo mucho mรกs importante: la humanidad. Cada vez que un niรฑo es asesinado o explotado sexualmente, cada vez que una mujer es mercantilizada, mutilada o lapidada, cada vez que un anciano muere en la mรกs absoluta soledad, cada vez que un padre no logra alimentar a su familia, cada vez que se pronuncia un discurso de odio sin que hagamos nada, muere un poco mรกs nuestra humanidad.
La empatรญa no es una forma de ayudar a alguien, sino de ayudarnos a nosotros mismos. La empatรญa no es un favor que otorgamos a los menos privilegiados, sino una manera de abrirnos a las diferencias para comprender otras experiencias y crecer como personas. La empatรญa es la vรญa para conservar nuestra humanidad. Y si miramos para otro lado, perderemos tanto una como la otra.
Fuente: https://rinconpsicologia.com/fabula-raton-y-ratonera-empatia/