Por Inaciu Iglesias
Tres marineros iban en un barco. Todo iba bien hasta que el viento dejรณ de soplar. El primer marinero, el pesimista, se empezรณ a lamentar: ยซQuรฉ mala suerte, nunca llegaremos a puerto, no hay nada que hacerยป. Y, como la soluciรณn no dependรญa de รฉl, se encerrรณ en el camarote a protestar. El segundo marinero, el optimista, dijo: ยซNo pasa nada, el viento va a volver a soplar, no hay de quรฉ preocuparseยป. Y se tumbรณ en una hamaca a silbar porque, desde su punto de vista, la soluciรณn tampoco dependรญa de รฉl.
Al verlos, el tercer marinero pensรณ que no eran tan distintos. En realidad, ante la falta de viento, los dos habรญan reaccionado de la misma manera; habรญan decidido hacer exactamente lo mismo: nada. O, para ser mรกs exactos, los dos se habรญan sentado a esperar, uno silbando y otro protestando, confiados en que sรณlo un cambio en las circunstancias externas les iba a solucionar sus problemas. Y mientras tanto, ยฟQuรฉ decidiรณ hacer el tercer marinero, el previsor? Pues decidiรณ dejarse de discusiones sobre si el viento iba a volver o no, o sobre si era mejor esperar en cubierta o en un camarote, o sobre si era mรกs inteligente protestar o silbar. Y, directamente, sacรณ los remos y se puso a remar.
Cada uno se construye su propio futuro. รsa es la รบnica previsiรณn, la รบnica adivinanza de la que podemos estar seguros. El resto es especulaciรณn. Cuando era estudiante, tres amigos quedamos segundos en un concurso de disfraces. Fue divertido y, ademรกs, el premio consistiรณ en una visita a una echadora de cartas. Bueno, la verdad, nunca nos habรญamos planteado acudir a una pitonisa pero, como era un regaloโฆ pues allรญ fuimos. Quiรฉn sabe, a lo mejor hasta resultaba interesante. 
Lo cierto es que nos encontramos con una mujer muy agradable, inteligente y, sobre todo, tremendamente intuitiva. Nos dijo mรกs o menos lo que querรญamos oรญr, nos fue sonsacando y analizando nuestras reacciones y, finalmente, nos sorprendiรณ con cuatro trucos de buen oficio y algunos consejos interesantes. Salimos muy contentos y, yo por lo menos, entendรญ mejor, por quรฉ algunas personas gastaban y siguen gastando tanto dinero en adivinadoras como รฉsta. No es exactamente porque les anticipen el porvenir o porque les solucionen sus problemas. No. Eso todo el mundo sabe que es imposible. Es mรกs bien porque estas personas saben escuchar (cualidad muy poco extendida), saben entender (cualidad menos extendida todavรญa), saben dar esperanza y elevar la moral (cualidad en proceso de extinciรณn) y, sobre todo, son capaces de aconsejar sin intentar imponer su opiniรณn ni pretender quedar bien con todo el mundo (cualidad directamente inexistente). Y prueba de lo que digo es que, cuando le preguntamos a esta echadora de cartas; nosotros, estudiantes como รฉramos; si รญbamos a aprobar los exรกmenes de junio, ella nos respondiรณ con una afirmaciรณn que no admitรญa contestaciรณn y que era, sencillamente, perfecta: ยซsi estudiรกis, sรญยป.
Buenรญsimo: ยซsi estudiรกis, sรญยป. Ahora nos suena chiste, a obviedad, a perogrullada. Y lo era. Pero en aquel momento nos pareciรณ perfecto y, ademรกs, era exactamente lo que necesitรกbamos oรญr. En vez de discutir sobre si el viento iba a volver o no, o sobre si debรญamos encerrarnos en el camarote o tumbarnos en cubierta a esperar, aquella mujer nos enseรฑรณ los remos y nos dijo: ยซDejad de mirar al cielo y poneos a remarยป. No nos engaรฑรณ. No nos decepcionรณ. Pero tampoco nos dio las preguntas de los exรกmenes (o directamente las respuestas, ya puestosโฆ). Sencillamente, con mucha habilidad, nos animรณ a esforzarnos para que fuรฉramos nosotros mismos los que construyรฉramos nuestro porvenir.
Nadie puede conocer el futuro. Nadie sabe cรณmo vamos a salir de esta crisis econรณmica. Nadie tiene las respuestas. No hay una soluciรณn รบnica. Pero, sea la que sea, mejor que nos pille avanzando en la direcciรณn correcta, trabajando y remando. Como los surfistas.
Los surfistas dependen de las olas y se dejan arrastrar por ellas. Sรญ. Pero no estรกn a la deriva; no se limitan a esperar. Puede parecerlo cuando los vemos sentados en sus tablas mirando la mar. En realidad, estรกn aprendiendo, calculando, conociendo. Y cuando quieren coger su ola, nunca la reciben sentados. Antes de que llegue se ponen en la posiciรณn correcta y dan unas brazadas. Sรณlo unas pocas, tres o cuatro. Pero suficientes para que toda la fuerza del mar se transforme en un impulso suave que aprovechan en beneficio propio. Ese es otro de los secretos de la economรญa y de la vida: empezar sabiendo dรณnde estamos, lo que vale y lo que cuesta cada cosa; seguir teniendo claro dรณnde queremos llegar a parar, quรฉ necesidades podemos cubrir, quรฉ bienes y quรฉ servicios podemos ofrecer; y, sobre todo, una vez conocidos la fuerza del mar y de las olas, rematar la jugada avanzando en la direcciรณn adecuada. Con esfuerzo.
Y si hay viento, a vela; y, si no, remando
Fuente: http://www.laempresafamiliar.com/comunidad/blogs/inaciu-iglesias/2009/10/09/podemos-salir-de-esta/#more-6
