por Raquel Alcolea
«El éxito no es casual; el fracaso tampoco. Rara vez el éxito (o el fracaso) se produce por un acontecimiento puntual, sino que suele alcanzarse por la acumulación de pequeñas acciones virtuosas (o defectuosas) sostenidas en el tiempo que acaban desembocando en un determinado resultado favorable (o desfavorable). Nadie triunfa (o fracasa) por azar. Vivimos en un mundo de causas y efectos, y para cambiar los efectos tienes que atacar las causas». Este es el mensaje que hay detrás de la mentalidad ganadora que, según explica el experto el liderazgo y motivación, Francisco Alcaide, puede resumirse en una premisa: «El resultado no miente. Si tu vida no es como te gustaría que fuese, o algo no sabes o algo no estás haciendo bien». El experto invita en su obra ‘Aprendiendo de los mejores’ a cuestionarse a uno mismo apelando al concepto de la autorresponsabilidad. Una palabra que, según asegura, puede ser un sinónimo de éxito, especialmente en un contexto en el que se tiende a culpar a los demás o a las circunstancias de aquello que no nos gusta o no nos sale bien.
Alcaide lleva más de veinte años estudiando por qué algunas personas (y algunas empresas) consiguen las metas que se proponen y otras se quedan a mitad de camino. Y una de sus conclusiones es que si algo puede marcar la diferencia en la vida de una persona es ha decidido ir de víctima o de protagonista por la vida pues, tal como argumenta Alcaide, solo hay dos opciones: o aceptar la condiciones existentes o aceptar la responsabilidad de cambiarlas.
La cuestión es que las circunstancias influyen, sí, pero lo cierto es que no determinan y, como precisa Alcaide, eso que a veces nos sirve como excusa «para no hacer», «para no elegir» o «para no decidir» puede indicarnos dónde comenzamos pero no dónde terminamos. De hecho la historia está repleta de casos de personas de éxito que llegaron lejos en sus profesiones o en su vida a pesar de que no siempre partieron de las circunstancias más favorables, ni económicas, ni personales, ni familiares ni académicas. Y
ese «triunfar pese a todo» tiene mucho que ver con tres cuestiones sobre las que el autor incide especialmente: la actitud, la determinación y el afán de aprendizaje . «Si uno responde a todo lo que le sucede quejándose, negándolo y rechazándolo en lugar de aceptándolo y aprendiendo de ello, los resultados serán muy distintos y lo mismo sucede si muestra determinación (hacer lo que haga falta el tiempo que haga falta) y capacidad de aprender, pues esos aspectos marcarán la diferencia entre dónde está y dónde quiere estar», argumenta.
«Si tu vida no es como te gustaría que fuese, o algo no sabes o algo no estás haciendo bien»
Comparte esta visión la psicóloga Laura Moratalla, quien asegura que el pensamiento ganador es aquél que permite ver oportunidades donde otros ven dificultades. En su opinión este pensamiento se caracteriza, por tanto, por ser una actitud hacia la vida que incluye tomarse los problemas como retos, confiar en uno mismo, no temer al fracaso, buscar soluciones, probar y si no se acierta probar de otra manera; aprender de los errores y mantener la motivación suficiente para lograr aquello que se desea.
Tener un pensamiento ganador predispone a buscar opciones, oportunidades y soluciones para aquello que se desea, además de que permite mantenerse motivado para seguir en acción hasta la consecución de lo que se persigue. «Este pensamiento te posibilita el hecho de buscar alternativas si te encuentras con alguna dificultad, lo cual resulta muy beneficioso, puesto que la persona no desiste ante los contratiempos, sino que aprende de ellos», aclara Moratalla.
Además, se ha comprobado científicamente que mantener un pensamiento positivo tiene un efecto transformador en las cadenas neuronales del cerebro, según aclara la psicóloga. De hecho, un estudio reciente llevado a cabo por investigadores de Estados Unidos, Francia y España reportó evidencia científica de que la practica intensiva de atención plena («mindfulness») y pensamiento positivo producía una reducción de los genes que promueven las inflamaciones y aumentaba la habilidad para recuperarse más rápidamente ante las situaciones estresantes.
«Hay que pasar a la acción»
Mantener un pensamiento ganador carece de sentido si no está acompañado de acción. Y esto nos lleva ineludiblemente a que lo primero y más importante es evitar la procrastinación. «Hay quienes esperan al momento perfecto para tomar acción, y es básico tener en cuenta que el momento perfecto difícilmente se presenta, siempre existe algo que puede hacer que lo dejemos para otro momento. Por ello, por pequeño que sea, hay que dar un paso diario hacia aquello que se quiere», propone la psicóloga. Una pauta fundamental aplicable a cualquier objetivo es que éste ha de ser relevante para uno, puesto que aquello que es importante para nuestra vida es lo que realmente hace que nos mantengamos motivados.
El hecho de marcar plazos temporales también va en la línea de mantenerse en acción. Estos plazos han de ser estudiados, de manera que mantengan en acción a la persona, pero que no sean demasiados exigentes, puesto que esto podría frustrarnos.
Cuando el objetivo es ambicioso y su ejecución conlleva un largo periodo de tiempo resulta beneficioso dividir el objetivo en pasos con sus correspondientes plazos temporales . «Este hecho hace que la persona se centre en los pasos a seguir y no en el objetivo final, puesto que a veces puede resultar abrumador. Además, al ir logrando los pasos marcados, será consciente de que está en el camino correcto, ganando confianza en sí mismo y motivación para seguir adelante», afirma.
¿Qué rasgos o actitudes distinguen a las personas de éxito? A lo largo de sus investigaciones, Francisco Alcaide logró identificar algunos rasgos que se repiten cuando se analiza la vida y las reflexiones de las personas que triunfan o que han triunfado. Emprendedores como Elon Musk o Peter Thiel; deportistas como Rafa Nadal o Pau Gasol; pensadores como Daniel Pink o Simon Sinek; historias de superación personal como las de Ernest Shackleton o Viktor Frankl; expertos en psicología positiva como Tal Ben-Shahar o Sonja Lyubomirsky; líderes políticos como Winston Churchill o Benjamin Franklin o activistas como Martin Luther King o Maya Angelou han pasado por la lupa de su obra ‘Aprendiendo de los mejores’. Y estos fueron los rasgos en común:
10 rasgos comunes de las personas exitosas
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1. Claridad de metas: La principal causa por la que alguien no consigue lo que quiere es porque no sabe lo que quiere.
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2. Acción. Si uno decide hacer algo, pero no actúa, en realidad no ha decidido nada.
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3. Disciplina. Esto implica «hacer lo que se tiene que hacer aunque no apetezca» o aunque cueste esfuerzo.
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4. Foco. Poner foco implica elegir y descartar, decir «no», pues ser excelente en algo requiere una acumulación de experiencia y conocimiento en algo concreto.
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5. Paciencia. Suele costar trabajar con una visión a medio y a largo plazo, pero eso es fundamental para seguir siendo constantes y no desistir.
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6. Autorresponsabilidad. Eso implica centrarse en las soluciones y no en las excusas. Aunque haya cosas que no dependan de nosotros, encontrar una solución sí que depende de nosotros.
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7. Determinación. Esto significa «hacer lo que haga falta, el tiempo que haga falta» para conseguir algo.
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8. Control mental. Es una herramienta básica para silenciar el ruido interior que nos hace pensar que no somos capaces y que nos aleja de los objetivos.
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9. Entornos adecuados. Si estás en un lugar en el que eres el que más sabes, estás en el lugar equivocado. Únete a personas que reflejen lo que nos gustaría ser y que sean mejores que tú.
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10. Actitud de mejora continua. Algunas personas se relajan cuando creen que ya han conseguido lo que quieren. La autocomplacencia es la peor actitud si se desea lograr algo grande.
Y como aliño a todos estos ingredientes que, según aclara Alcaide, son necesarios para cocinar el éxito, el autor propone la creatividad, esa capacidad infinita de inventar respuestas que ha sido la responsable de los grandes avances que hemos conocido a lo largo de la historia.
Cómo fabricar la mentalidad ganadora
Para entrenar un pensamiento ganador en el día a día, la psicóloga Laura Moratalla propone los siguientes ejercicios:
1. Se consciente del peso de tus pensamientos. Cuando sean negativos, no te apegues a ellos. Los pensamientos van y vienen y no tienen por qué modificar tu forma de actuar necesariamente. No te pierdas en cuestionarlos, déjalos pasar y quédate con lo que te permitan avanzar.
2. Márcate un objetivo relevante, alcanzable y realista . Para conocer la relevancia que tiene un objetivo en tu vida, responde a la pregunta «¿para qué?» varias veces. El objetivo es llegar a una respuesta final que nos ayude a encontrar la relevancia de nuestro objetivo, aquello que hace que movilicemos nuestra energía para lograrlo.
3. Comprométete con tu objetivo . Para ello, lo puedes escribir en tu agenda y/o contárselo a alguien. Esto hace que adquieras mayor compromiso que si sólo lo piensas, recuerda que los pensamientos van y vienen.
4. Dedica unos minutos al día a visualizarte logrando lo que deseas. Nuestro cerebro no discrimina si lo que visualizas es real o no, con lo cual la visualización te prepara para ese objetivo y crea las conexiones necesarias para que surjan ideas, te mantengas en acción y sigas motivado.
5. Valida y celebra cada paso hacia tu objetivo, por pequeño que sea. Es importante que valores tus logros, que te des un capricho o que te dediques un rato a ti mismo. Es positivo para tu motivación y autoestima.
6. Rodéate de personas positivas. Aquellas que te pueden ayudar a avanzar son las que mantienen un pensamiento ganador. También puedes buscar casos de éxito y modelar aquellas actitudes que encajen contigo y con tu objetivo.
7. Usa frases motivadoras, pero realistas. No, el «tú puedes con todo» no es motivador ni realista. Deben encajar con tu forma de ser y con tu objetivo pero no deben resultar vacías porque tener un «pensamiento ganador» no es poder con todo, sino que también implica ser consciente de las capacidades y limitaciones de cada uno.
¿Existe la mentalidad perdedora?
Lo contrario de la mentalidad ganadora sería el pensamiento perdedor, que está caracterizado por fijarse en las dificultades, no confiar en uno mismo, dejarse limitar por pensamientos negativos y perder la motivación a la mínima dificultad. «Estas personas se toman los errores como una señal inequívoca de que no pueden llevar a cabo aquello que desean», asegura la psicóloga Laura Moratalla.
Además en las personas con esta mentalidad existen una serie de creencias limitantes que, según precisa Moratalla, podríamos encajar dentro del concepto de «profecía autocumplida» , que implica que si creemos que no podemos conseguir algo, no lo lograremos. «Al creer que no podemos llevar a cabo algo, nuestra forma de actuar irá en esa línea y no utilizaremos todos los recursos necesarios, obteniendo así un resultado negativo con respecto al objetivo, pero que concuerda con esa forma de afrontamiento que se ha puesto en marcha», argumenta.
Fuente: https://www.abc.es/bienestar/psicologia-sexo/psicologia/mentalidad-ganadora-comun-personas-exito-20240327135000-nt.html?ref=https%3A%2F%2Fmail.google.com%2F