por Ángel Chernoff
Con demasiada frecuencia la gente sobreestima la importancia de un gran momento decisivo y subestima el valor de tomar buenas decisiones y pequeños pasos de progreso a diario.
Probablemente estés familiarizado con lo que se conoce como la Oración de la Serenidad. Dice así: 
Dios, concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar, el coraje para cambiar las cosas que puedo y la sabiduría para reconocer la diferencia.
Aquí hay una lección importante, una que muy a menudo se pasa por alto…
Cuando una realidad caótica gira a nuestro alrededor, a menudo intentamos aliviar nuestra ansiedad ejerciendo nuestra voluntad sobre cosas externas que no podemos controlar.
Nos ayuda a evitar uno de los sentimientos más temidos: la total impotencia.
Teniendo esto en cuenta, tengo buenas y malas noticias.
La mala noticia es que, en general, casi todo está fuera de tu control. Lo que hacen otras personas, si lloverá mañana, si sus esfuerzos serán apreciados o no, todos estos resultados dependen de factores que no son USTED.
Pero esa también es la buena noticia.
La fricción y la frustración creadas al intentar cambiar cosas que no puedes cambiar es el crisol donde nace mucha infelicidad. Aceptar que la mayoría de las cosas están fuera de tu influencia te da un permiso explícito para dejar que se desarrollen como quieran.
El filósofo estoico Epicteto lo expresó de esta manera:
“Algunas cosas están bajo nuestro control y otras no. Las cosas que están bajo nuestro control son la opinión, la búsqueda, el deseo, la aversión y, en una palabra, cualesquiera que sean nuestras propias acciones. Las cosas que no están bajo nuestro control son el cuerpo, la propiedad, la reputación, el mando y, en una palabra, todo lo que no son nuestras acciones”.
Superar las “tres grandes cosas” con las que muchos de nosotros luchamos a diario (infelicidad, que las cosas no estén convencidas de que alguna vez cambiarán, no estar seguros de qué hacer a continuación) comienza con comprender qué se puede controlar y qué no.
El cambio mental aquí no es fácil. La mayoría de nosotros hemos pasado toda la vida preocupándonos por cosas que no podemos controlar. La sociedad prácticamente fomenta esto. Para la mayoría, es un hábito genuino, uno que debería ser reemplazado por una comprensión saludable de cuánto podemos cambiar realmente. Sin embargo, una vez más, es difícil concentrarse en todo esto cuando estás escuchando constantemente…
«¿Por qué no lo superas?» o «Simplemente déjalo ir».
Todos hemos escuchado alguna idea de este consejo antes. Y pasa la prueba del olfato, hasta cierto punto.
Quiero decir, «el tiempo cura todas las heridas», ¿verdad? Bueno, sí… más o menos. Pero las heridas sanan de manera diferente según cómo se traten.
Si se deja solo, un corte en la piel dejará una gran cicatriz y será vulnerable a sufrir lesiones nuevamente en el futuro. Es por eso que recibimos puntos: ayuda a que la herida sane de una manera que limita la posibilidad de volver a lesionarse en el futuro.
Las heridas emocionales funcionan de la misma manera. Con el tiempo suficiente, la mayor parte del dolor emocional disminuirá, eso es cierto. Pero…
Simplemente “superarlo” deja cicatrices
En el sentido emocional, las cicatrices equivalen a un equipaje: un equipaje que llevamos con nosotros en todos los aspectos de nuestras vidas. Estas cicatrices crecen y se acumulan hasta que un día te despiertas sufriendo uno o más de los “tres UN” (infelicidad, no estar convencido de que las cosas cambiarán alguna vez, sin saber qué hacer a continuación).
Así que no lo superes. Revíselo, paso a paso.
Sinceramente, entiendo el deseo de “superar” experiencias o situaciones difíciles en lugar de afrontarlas. Revisar recuerdos dolorosos o enfrentar nuestros demonios actuales es realmente muy difícil. Y nosotros, como seres humanos, estamos programados para no causarnos dolor.
Sin embargo, como nos enseñaron nuestros padres, ignorar un problema no significa que desaparezca.
Y además de las cicatrices, ignorar o restar importancia a una herida te pone en riesgo de infección, tanto emocional como físicamente.
Los problemas no resueltos de tu vida se instalan en tu mente e influyen en tus decisiones, tus relaciones y tus actitudes. Te roban tu felicidad y tu potencial.
Por supuesto, hacer las cosas difíciles pero necesarias para resolver sus problemas y curar sus heridas puede parecer imposible. Así es como nos sentimos Marc y yo hace una década cuando quedamos derribados y atrapados en una rutina después de perder simultáneamente a dos seres queridos, incluido mi querido hermano, por autolesiones y enfermedades. Era casi imposible avanzar a algún lugar significativo cuando no sentíamos que teníamos la fuerza para seguir adelante.
Entonces, si te sientes así ahora, como si fuera imposible lograr un progreso significativo hoy, no estás equivocado al sentir lo que sientes. En muchos casos, tiene razón: el progreso significativo se produce gradualmente con el tiempo y la constancia. Se trata de dar un pequeño paso positivo a la vez y mantener el rumbo.
Considere la siguiente sección, que es un extracto de “The Good Morning Journal”:
El poder de los pequeños cambios
Piense en el hecho de que sólo se necesita un cambio de temperatura de un grado para convertir el agua en vapor o el hielo en agua. Es un cambio tan pequeño (sólo un paso en una dirección diferente) y, sin embargo, los resultados son espectaculares. Un pequeño cambio puede marcar la diferencia en el mundo.
Consideremos ahora otro ejemplo en el que un pequeño cambio se ve agravado por el tiempo y la distancia. Tal vez estás intentando viajar a algún lugar específico, pero estás desviado por sólo un pequeño grado en la dirección equivocada…
Después de una milla, se desviaría del rumbo por más de 92 pies.
Si intentara viajar de San Francisco a Washington, D.C., aterrizaría cerca de Baltimore, Maryland, a más de 42 millas de su destino deseado.
Si viaja alrededor del mundo desde Washington, D.C. de regreso a Washington D.C., perderá 435 millas y terminará aterrizando cerca de Boston.
En una nave espacial que viaja a la Luna, un error de un grado haría que te pierdas la Luna por más de 4.100 millas.
Ya entiendes la idea: en el tiempo y la distancia, un simple cambio de rumbo de un grado hace una diferencia significativa…
Esta misma filosofía es válida en varios aspectos de nuestras vidas. Las cosas más pequeñas y fundamentales que hacemos cada día, tanto positivas como negativas, pueden marcar la diferencia. Nos acercan o nos alejan de donde finalmente queremos estar. Y, sin embargo, la mayoría de las veces ignoramos esta realidad. Por defecto nos comportamos como si nuestras acciones diarias nunca fueran lo suficientemente significativas. O, de nuevo, intentamos ejercer control sobre cosas más importantes sobre las que no tenemos control.
Piénsalo…
¿Cuántas personas mantienen hábitos poco saludables e improductivos?
¿Cuántas personas esperan y posponen el siguiente paso positivo?
¿Cuántas personas viven cada día de sus vidas alejándose un grado de donde finalmente quieren estar?
¡No seas uno de ellos!
A decir verdad, todo el mundo viaja las 24 horas del día, independientemente de si va en la dirección correcta o no.
¿Cuánto más rica sería tu vida si te comprometieras a hacer sólo un grado de esfuerzo para mejorar algo de tu situación cada día?
Y aunque seguramente será más difícil que no hacer nada, ni siquiera tiene por qué ser tan difícil. Sólo necesita reunir el coraje para liberarse del status quo y dar un pequeño y fundamental paso adelante hoy, y volver a hacerlo mañana.
Elija algo pequeño y productivo para mejorar y luego conviértalo en un hábito diario.
Hacerlo marcará la diferencia en el mundo (literalmente podría cambiar su vida) dentro de unas pocas semanas.
Ahora es tu turno…
Sí, hoy es tu turno de concentrarte en esos pasos fundamentales pero que cambian tu vida. Así que date algo de crédito ahora mismo por lo lejos que has llegado y luego da el siguiente paso adelante.
