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El gerente de innovación de las PYMES fue la pandemia

El gerente de innovación de las PYMES fue la pandemia

Por Juan Carlos Valda – jcvalda@grandespymes.com.ar

— Juan Carlos… ¿sabés qué me pasó el otro día?

—¿Qué te pasó, Alberto?

—Estaba con un proveedor y me dice: “Ustedes cambiaron un montón desde la pandemia, ahora tienen e-commerce, entregas por moto, atención por WhatsApp, y hasta ofrecen los productos con realidad aumentada… ¿Contrataron un gerente de innovación?”
Y yo, sin dudar, le contesté: “Sí, se llama COVID”.

La escena puede sonar graciosa, pero si sos empresario PYME, seguramente algo de esto te pasó. Porque la realidad es que muchas pequeñas y medianas empresas venían “tirando” con los mismos métodos de hace veinte años, hasta que llegó la pandemia y las obligó a reinventarse. No por decisión, no por planificación, no por estrategia. Por necesidad. Porque si no cambiaban, morían.

La frase “el gerente de innovación de las PYMES fue la pandemia” se volvió casi una verdad revelada. No es que las PYMES no tengan capacidad de innovar. Tienen. Y mucha. Pero la mayoría de las veces están tan absorbidas por el día a día, por los problemas de caja, por los proveedores que no entregan o los clientes que no pagan, que la innovación queda archivada. Relegada. Es un lujo que parece solo posible para las grandes.

Hasta que el contexto las empuja.

¿Qué pasó con la pandemia?

Veámoslo así: la pandemia fue una especie de examen sorpresa para todas las empresas. Y ahí no importó el tamaño, sino la capacidad de adaptarse rápido. Las PYMES que sobrevivieron no fueron las más grandes ni las más antiguas. Fueron las que más rápido entendieron que el mundo había cambiado… y que ellas también debían cambiar.

Tuvieron que digitalizarse a las apuradas, armar tiendas online en una semana, aprender a vender por Instagram, organizar entregas sin contacto, dar soporte por redes sociales, coordinar turnos por Zoom, y hasta capacitar al personal desde la casa.

Muchas se dieron cuenta de que podían hacer en quince días lo que llevaban años postergando. No había otra. Y lo hicieron.

Pero… ¿por qué no lo hacían antes?

Porque no dolía. Porque no parecía urgente. Porque “así venimos hace años y nos va bien”. Porque el cambio da miedo. Porque innovar implica invertir. Porque implica aprender cosas nuevas, asumir errores, dejar de tener todo bajo control.

Y porque, en el fondo, muchos dueños de PYMES sienten que “esto de la innovación no es para mí, eso es para las empresas grandes, las que tienen presupuestos millonarios y departamentos de I+D”.

Grave error. La innovación no es sólo lanzar un cohete al espacio. También es encontrar una forma más eficiente de atender a los clientes, mejorar un proceso interno, simplificar un trámite, desarrollar una propuesta de valor distinta, o identificar un nuevo canal para llegar al mismo cliente.

Y la pandemia vino a demostrar eso. Que se puede. Que no hay que esperar el presupuesto ideal ni la estructura soñada. Que muchas veces innovar es animarse a probar, corregir rápido y seguir.

La innovación no tiene que ser perfecta, tiene que ser útil

Un empresario una vez me dijo:
—Juan Carlos, yo no soy de innovar.
Le pregunté cómo vendía.
—Antes, en el local. Ahora por Instagram y WhatsApp.
Le pregunté cómo cobraba.
—Antes, en efectivo. Ahora con Mercado Pago y QR.
Le pregunté cómo entregaba.
—Antes, venían al negocio. Ahora hacemos envíos por moto.
Y le dije: «Disculpame, pero eso es innovar».

Lo que pasa es que tenemos la cabeza llena de definiciones académicas. Creemos que innovar es inventar algo que nadie hizo. No. Innovar también es aplicar algo que ya existe pero que en tu negocio no se hacía. Es usar la tecnología de forma creativa. Es escuchar al cliente y ajustar lo que ofrecés. Es pensar distinto.

¿Sabés cuál es el mayor freno para innovar en una PYME? El miedo a fracasar. Pero la pandemia rompió ese miedo. Porque peor que fracasar era no intentar. Porque si no te adaptabas, cerrabas. Y esa presión, por dura que suene, fue el empujón que muchas empresas necesitaban.

La gran pregunta: ¿por qué necesitamos una crisis para innovar?

No deberíamos. De hecho, la gran lección que nos dejó la pandemia es que esperar la urgencia para innovar es jugar a la ruleta rusa con tu negocio. Hoy el mundo cambia todos los días. El cliente cambia. La tecnología cambia. Las regulaciones cambian. Los hábitos cambian. Todo cambia. Y si vos no cambiás con eso, te quedás afuera.

El desafío ahora es no dormirse. Porque ya pasó la urgencia. Volvimos a abrir los locales. Volvimos a atender presencialmente. Volvimos a sentirnos cómodos. Y eso es peligroso.

Muchos están volviendo a “lo de antes”. A cerrar el canal digital. A dejar de invertir en tecnología. A abandonar las mejoras que habían hecho a la fuerza. Como si todo hubiera sido solo un paréntesis.

No fue un paréntesis. Fue una aceleración brutal. Nos hizo avanzar cinco años en cinco meses. Y ahora que ya vimos que se puede, sería un error enorme volver atrás.

¿Cómo seguir innovando sin una pandemia de por medio?

La clave está en cambiar el chip. Dejar de ver la innovación como una respuesta a una crisis, y empezar a verla como una forma habitual de trabajar. No hace falta un departamento. Hace falta una actitud.

Algunas ideas simples para mantener vivo el espíritu innovador:

  • Escuchá más a tus clientes. Preguntales qué mejorarían. Qué les gustaría. Qué les molesta. Ellos te van a marcar el camino.
  • Observá lo que hacen otras empresas. Incluso de otros rubros. A veces una idea aplicada en otro sector puede adaptarse perfectamente al tuyo.
  • Reunite con tu equipo para pensar mejoras. No hables solo de problemas. Hablen de ideas. De cambios posibles. De cómo hacer las cosas mejor.
  • Probá en chico. No hace falta cambiar todo de golpe. Hacé pilotos. Testeá. Aprendé. Corregí.
  • Medí resultados. No innoves por moda. Hacelo porque te acerca a un mejor servicio, más eficiencia, menos costos o más ventas.

La innovación como hábito, no como reacción

Si algo dejó claro la pandemia es que las PYMES sí pueden innovar. Y que muchas veces, lo único que les falta no es plata ni recursos… sino decisión.

La innovación no es una cuestión de tamaño. Es una cuestión de actitud. De mirar el negocio todos los días y preguntarse: “¿Qué podemos hacer mejor?”. De no enamorarse de las recetas del pasado. De no esperar a que venga otra crisis para movernos.

Porque cuando la innovación es un hábito, ya no necesitás que el contexto te empuje. Vos mismo te empujás. Vos mismo buscás estar un paso adelante. Vos mismo construís el futuro de tu empresa.

Epílogo

Quizás nunca contratemos un gerente de innovación con título y oficina. Pero eso no significa que no tengamos que innovar. Tal vez el verdadero gerente de innovación en tu PYME seas vos. Y lo seas cada vez que decidís hacer las cosas distinto. Cada vez que te animás a salir de la comodidad. Cada vez que no te conformás.

La pandemia fue una maestra dura, pero efectiva. Nos mostró que cambiar es posible. Que lo imposible solo era una excusa. Que la innovación no es para unos pocos, sino para todos los que estén dispuestos a desafiar lo establecido.

No hace falta que vuelva otra pandemia para innovar.

Hace falta decisión. Nada más.

​Test de autodiagnostico

¿Qué tan innovadora es tu PYME hoy?

Marcá con una X la opción que más se parezca a tu realidad:

  1. ¿Hace cuánto que no cambiás nada relevante en la forma de atender o vender?
  • ☐ Hace años, seguimos igual.
  • ☐ Hicimos algunos cambios puntuales.
  • ☐ Cambiamos bastante, incluso sin pandemia de por medio.
  1. Cuando escuchás la palabra “innovar”, ¿qué pensás?
  • ☐ Que eso es para empresas grandes, no para mí.
  • ☐ Que me gustaría, pero no sé cómo.
  • ☐ Que es parte de mi forma de gestionar el negocio.
  1. ¿Escuchás activamente a tus clientes para mejorar tu propuesta?
  • ☐ No mucho, los atiendo bien pero no les pregunto cosas nuevas.
  • ☐ A veces, cuando tengo tiempo o pasa algo puntual.
  • ☐ Todo el tiempo, uso sus opiniones para ajustar el negocio.
  1. ¿Tenés algún canal digital de venta o atención?
  • ☐ No, sigo con lo tradicional.
  • ☐ Sí, pero lo tengo medio abandonado.
  • ☐ Sí, y lo uso activamente como parte de mi estrategia.
  1. ¿Qué hacés cuando tu equipo propone ideas nuevas?
  • ☐ Me cuesta escucharlos, prefiero seguir como siempre.
  • ☐ A veces las pruebo, si no implican mucho riesgo.
  • ☐ Me encanta, los aliento y acompañamos juntos el cambio.
  1. ¿Cuánto tiempo dedicás por semana a pensar cómo mejorar lo que hacés?
  • ☐ Casi nada, estoy tapado por lo urgente.
  • ☐ A veces me hago un rato, pero no siempre.
  • ☐ Es parte de mi rutina: pensar, repensar y ajustar.
  1. ¿Probaste alguna vez hacer algo nuevo en chico para ver si funcionaba?
  • ☐ Nunca, no me animo a experimentar.
  • ☐ Alguna vez, pero sin mucha constancia.
  • ☐ Varias veces, forma parte de mi forma de trabajar.

Interpretación de resultados

Sumá 1 punto por cada respuesta en la primera columna, 2 por cada respuesta en la segunda, y 3 por cada una en la tercera. Luego, sumá el total:

  • Entre 7 y 11 puntos – Zona de confort total:
    Tu negocio funciona como siempre, pero cuidado… el contexto no espera. Empezá por un pequeño cambio: escuchá a tus clientes o revisá un proceso.
  • Entre 12 y 17 puntos – En modo transición:
    Tenés ganas, hiciste cosas, pero falta convertirlo en hábito. Elegí un área concreta y proponete mejorarla este mes. Pequeños pasos, grandes cambios.
  • Entre 18 y 21 puntos – Innovador nato (¡aunque no lo sabías!):
    Tu mentalidad es abierta, estás atento, y probás nuevas cosas. Ahora el desafío es sistematizarlo. Convertí esa actitud en parte de la cultura de tu empresa.
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