por Mónica Grossoni
Todos somos héroes, en nuestro propio viaje interior, hacia nuestra luz propia.
Hace años, me encontraba inmersa en una vorágine de éxito profesional que, lejos de proporcionarme satisfacción, me sumía en un abismo de estrés y desconexión personal. Trabajaba sin descanso, dedicando cada instante a cumplir con las expectativas ajenas, mientras mi salud y bienestar se deterioraban. Sentía que mi vida carecía de sentido, repitiendo patrones que me alejaban de mi verdadero yo. En esa época no lo sabia: El ego, con sus innumerables artimañas, nos envuelve en una maraña de autodestrucción:
- Estrés crónico que nos agota y enferma.
- Perfeccionismo extremo y obsesión por ser el mejor.
- Desconexión de nuestra esencia, de tu cuerpo, llevándonos a vivir de manera inconsciente y aislada.
- Adicciones a hábitos consumistas y relaciones tóxicas que nos mantienen en un ciclo sin fin.
- Empeñarnos en vivir una vida que no es nuestra, repitiendo las mismas elecciones de pareja tóxica o permaneciendo en trabajos que nos esclavizan, sin utilizar nuestros dones naturales.
- Trabajar en el propósito de otros, porque ya ni sabemos qué queremos de la vida, qué nos hace sentir vivos, qué enciende nuestra pasión.
- Creencias limitantes y apego a necesidades subterráneas, que nos hacen sentir indignos de la prosperidad y el bienestar, gastando por encima de nuestras posibilidades en pos del estatus y la apariencia.
- Vivir a ciegas, creyendo que no merecemos el dinero, la riqueza, la prosperidad; pensando que somos impostores o que el dinero es malo, y acabamos pobres.
- Autoestima bajísima, que busca aprobación externa sin fin.
- Atiborrándonos de mensajes de los medios, de la cultura, de la sociedad, en definitiva ruido y mas ruido qeu me aturdía, no me dejaba conectar con mi voz….hasta que la perdí. Afónica total. Tuve que dejar de dar clases por años.
La vida te da señales, mensajes a través de varias formas…. pero ni las vemos ni las entendemos….asique continua subiendo la intensidad. con al esperanza de que las veamos y apdendamos de ello.
Sí, yo también me perdí hace años, y mucho. Me perdí en el éxito profesional. Descubrí que, una vez alcanzado, no era para tanto. Vivía para trabajar, sin tiempo para mí ni para descansar; me agoté al extremo de poner en peligro mi salud física… ¡y casi la palmo! Aprendí que se acabaron las imposiciones y el mega estrés, el estar más quemado que la pipa de un indio. Me dispuse a trabajar en lo mío… pero, ¿qué es lo mío? Tantos años contribuyendo al propósito de otros me habían desconectado de mi verdad interior, de mi auténtico yo. Tuve que dar palos de ciego, reinventarme en callejones sin salida… hasta dar con el camino. Mi camino es este, esta soy guía de almas» fue lo que encontré en el código oculto de la Torá con mi nombre.
El ego, el gran satanizado
El ego y sus trampas son muchas. Si el tipo es muy listo, es como el mayordomo que termina asumiendo el papel de dueño del castillo, porque el dueño (pero no Señor) siempre está durmiendo o en babia, ajeno a los manejos de su sirviente. Solo es un mayordomo listillo. En su justo lugar, su función es muy importante.
Se ha satanizado al ego, pero no, es muy útil para poner orden en nuestra vida, si lo sabemos gestionar adecuadamente. Nos defiende cuando alguien abusa de nosotros, nos ayuda a poner límites sanos, aunque estos deben ser consensuados con el consciente. Es por ello que, cuando me preguntan a qué me dedico, respondo que no solo me ocupo de una de las trampas del ego, como el estrés, sino de muchas. En definitiva, me dedico a redescubrir tu autenticidad y a armonizar ego y consciente en su tándem ideal.
Me alegra poner paz en la vida de personas que, por cierto, no están enfermas, no.an solo necesitan aprender sobre su tecnología interior que no saben usar. Así de fácil. Por eso es escuela del bienestar, por eso «guía» y no profesora ni psicóloga, porque parece que estamos fallados de algo, enfermos. No, nada de eso. Tampoco me gusta la palabra «sherpa». No cargo fardos ajenos. Le digo qué hacer con la carga, cómo aligerarla, nada más. Cada persona tiene que aprender sus propias lecciones. Yo te ayudo a verlas. Cada uno es su propio maestro. Tiene que conectar con su sabiduría interior, escuchar su propia voz, entender el mensaje, tomar acción y ser fiel a uno mismo.
En definitiva no puedo tratarte como un niño que necesita que se lo hagan todo. Más vale que como adulto aprendas a ser tu propio maestro. Activando esa sabiduría que te es propia, porque estas unido a la fuente universal de conocimiento. No estás separado. Nadie es intermediario en tus conversaciones con la fuente, contigo mismo….. No necesitas baritas mágicas para hacer o acortar el camino: no hay camino corto. El camino es la vida, la tecnología eres tú.mar acción y ser fiel a uno mismo.