por José María Garrido
Me siento más fresco por las mañanas (sí, ya sé que no te estoy descubriendo nada). Hago mi ejercicio (refuerzo lumbar, nadar, caminar) nada más levantarme y sin desayunar porque es cuando tengo la fuerza física y mental para hacerlo; sólo pensar en tener que afrontarlo a las 7 de la tarde me arruinaría el día y me dejaría hecho polvo.
Y no me apetece nada ir al dentista a última hora de la tarde después de que haya estado todo el día hurgando en las bocas de sus pacientes.
Cuando tengo que planificar una serie de workshops con mis clientes siempre les propongo hacerlo lo antes posible por las mañanas. No suele ser fácil y en ocasiones terminamos programándolos por las tardes. A partir de ahí ya sé que el aprovechamiento va a ser menor y que yo voy a tener que esforzarme mucho más en captar la atención de los asistentes, porque por las tardes (y más después de comer) la gente ya está con las pilas medio cargadas y lo que realmente les apetecería es echarse una buena siesta.
No se trata tanto de fatiga física como de cansancio mental y emocional. ¿Quieres ser la última persona en pasar por la consulta del médico después de que haya estado escuchando, analizando y recetando soluciones a personas con problemas quejándose sin parar durante todas las horas anteriores? Creo que puedes obtener recomendaciones muy diferentes de las que recibirías a primera hora de la mañana.
Así que por mi parte, siempre que tengo que afrontar un asunto complicado o un trabajo difícil que tengo que entregar prefiero terminarlo temprano. Y es algo que está en mi mano y que casi siempre puedo controlar.
No hay nada de especial en todo esto; simplemente son los hechos. En las reuniones de comunidad de vecinos que se celebran hacia la noche o bien los asistentes no participan o se generan abundantes enfados, berrinches y malas tomas de decisiones. La sesión de la noche del teatro rara vez es tan enérgica como la de la tarde.
“Show must go on”, pero no siempre al mismo nivel. Lo vimos durante el partido de ayer: los futbolistas se vuelven más descuidados, fallan más y hacen peores entradas en las prórrogas y descuentos.
Haz las cosas difíciles temprano y disfruta después. No te arruines todo el día angustiado por lo que están por venir.
“Un músculo (y el cerebro) es como un coche. Si quieres que funcione bien temprano en la mañana, debes calentarlo.” —Florence Griffith Joyner.
“¿Fórmula para el éxito?: Levántate temprano, trabaja duro y ‘saca petróleo’.” —J. Paul Getty.
Fuente: https://www.garridofreshmentoring.com/lo-dificil-mejor-temprano