por Juan Carlos Valda – jcvalda@grandespymes.com.ar
Quizás alguna vez te lo hayas preguntado, por eso hoy me gustaría explicarte por qué he elegido este glifo tolteca para identificar lo que hago.
Hay símbolos que dicen más que mil discursos. Y en el mundo de las culturas originarias de América, hay uno que me marcó desde el primer momento en que lo conocí en mi juventud: Ollin, el jeroglífico del movimiento en la cosmovisión mesoamericana.
Ollin no es sólo moverse por moverse. Es una forma de estar en el mundo. De adaptarse, de transformar, de no quedarse quieto cuando todo alrededor cambia. En el mundo azteca y tolteca, Ollin era una energía que atravesaba el universo, que impulsaba a los dioses, a la naturaleza, al tiempo… y también a las personas. ¿Por qué traigo esto a la mesa de las PYMES? Porque si hay algo que define a las pequeñas y medianas empresas hoy, es la necesidad de moverse, cambiar, reinventarse. Y hacerlo con sentido.
El movimiento no es caos. Es evolución.
Muchas veces me encuentro con empresarios que sienten que están “corriendo todo el día”, que no paran de hacer cosas, que viven en una especie de montaña rusa constante. Pero moverse no es lo mismo que avanzar. Y avanzar no es lo mismo que evolucionar.
El Ollin representa un tipo especial de movimiento: el que transforma. El que surge de una necesidad profunda de cambiar para seguir siendo. No se trata de moverse para no morir, sino de moverse para vivir mejor. Para crecer. Para encontrar nuevas formas de ser empresa en un mundo que no perdona la rigidez.
Por eso, cuando hablamos de llevar el simbolismo de Ollin al mundo empresario, no estamos hablando de agitación, de moda o de hacer por hacer. Estamos hablando de desarrollo con conciencia, de transformación con propósito.
Cambiar duele pero no cambiar, mata.
Uno de los grandes problemas que enfrentan muchas PYMES es el miedo al cambio. A perder el control. A lo desconocido. A romper la “fórmula” que, aunque ya no funcione, al menos es conocida.
Pero acá es donde Ollin nos da una lección brutal: todo lo que no se mueve, se estanca. Todo lo que no se transforma, se oxida. Y en el mundo empresarial, quedarse en el mismo lugar es retroceder.
Ollin nos recuerda que la única manera de permanecer es cambiar. Que las raíces no se pierden por crecer, sino que se fortalecen. Que el verdadero legado de una empresa no es su forma actual, sino su capacidad de adaptarse a los tiempos sin perder su alma.
Y en este punto, es imposible no hablar de Grandes Pymes.
Grandes Pymes: movimiento con sentido
Desde hace más de 15 años, el blog Grandes Pymes nació con una idea clara: acompañar a empresarios que saben hacer, pero necesitan pensar diferente. Empresarios que no le temen al trabajo, pero sí al vacío de no saber hacia dónde seguir. Empresarios que intuyen que pueden más, pero no encuentran el cómo.
¿Y sabés qué fue lo que me empujó a sostener este espacio durante tanto tiempo? Justamente, el movimiento. Las ganas de no quedarme con lo aprendido, de desafiar lo que creía saber, de no convertirme en una especie de “consultor fósil” con respuestas enlatadas.
Cada artículo publicado, cada idea compartida, cada reflexión que empujó a alguien a mirar su empresa desde otro ángulo, fue un acto de movimiento. De Ollin.
Y no fue casual que el símbolo que representa al blog sea, justamente, ese: Ollin. Porque no creemos en las fórmulas fijas, creemos en el pensar constante. En poner en duda lo que parece obvio. En revisar lo que damos por hecho. En evolucionar.
Consultoría no es dar respuestas, es ayudar a encontrar preguntas.
Cuando me llaman para acompañar a una PYME, no llego con un paquete cerrado de soluciones. Llego con una pregunta: ¿qué necesitas cambiar para dejar de correr y empezar a avanzar?
Y ahí empieza el proceso. Porque muchas veces el empresario no lo sabe. Siente que las cosas no están bien, que los números no cierran, que el equipo no responde, que el hijo no está listo para asumir el mando… pero no sabe dónde empezar. Y ahí es donde entra la actitud Ollin: animarse a moverse. Aunque duela. Aunque cueste. Aunque no sepamos exactamente qué hay del otro lado.
Ese espíritu es el que tratamos de transmitir desde Grandes Pymes. No sólo con artículos, sino con acompañamiento real. Con herramientas. Con talleres. Con conversaciones profundas. Con verdades incómodas.
Porque el movimiento verdadero empieza cuando dejamos de buscar culpables y empezamos a asumir nuestra parte en la historia. Y eso, en las PYMES, es clave.
La quietud no es paz: es negación.
Muchos confunden la estabilidad con éxito. “Mientras funcione, no lo toques”, me dicen. “Así lo hicimos siempre”. Y la frase más peligrosa de todas: “Si no está roto, no lo arregles”.
Pero ¿sabés qué? Lo que no se rompe, se vuelve irrelevante. Porque afuera, el cliente cambió. El competidor cambió. El mundo cambió. Y vos seguís haciendo lo mismo que hace 10 años. Entonces no se trata de arreglar, sino de repensar. De moverse.
Ollin no propone romper todo. Propone alinearse con el cambio natural de las cosas. Eso es movimiento inteligente. Movimiento con propósito.
Lo que podés hacer desde mañana
Entonces, si estás leyendo esto y sos dueño de una PYME, te dejo tres ideas prácticas para aplicar la actitud Ollin en tu empresa:
- Revisa tus procesos con ojos nuevos. No te preguntes sólo si funcionan. Pregúntate si siguen teniendo sentido hoy.
- Haz una lista de lo que sabés que deberías cambiar, pero vienes postergando. Esa lista es tu punto de partida.
- Arma conversaciones con tu equipo. Escuchá lo que ven y sienten. A veces, las pistas del cambio están en boca de los que menos esperamos.
Y, sobre todo, no esperes a tener todo claro para empezar a moverte. El movimiento verdadero empieza en la duda, en la incomodidad, en el vacío. Pero es el único que te lleva a otro lugar.
Grandes Pymes es eso. Una invitación permanente al movimiento. A pensar diferente. A no quedarse donde estamos.
Porque creemos que toda PYME tiene el potencial de ser grande, no por su tamaño, sino por su capacidad de transformarse.
Y eso, mi estimado lector/a, es el verdadero Ollin.