por Fernando Cerutti
Vamos a fundamentar la necesidad de la contemplación como base para el cambio en las organizaciones. Reunido con dos clientes, nos pusimos a pensar cuáles podrían ser los problemas de las empresas para poder cambiar antes de ser cambiados. Teníamos la sensación de que debería haber algo que no estábamos viendo en ese momento o que faltaba un concepto como input para resolverlo. Frente a la complejidad del contexto y el comportamiento caótico de los jugadores, tanto nacionales como internacionales, necesitábamos no ser lineales con nuestras respuestas. Así pues reflexionamos que la mejor forma para resolver el futuro (contrapuesto, incierto, caótico, volátil, y varias cosas truculentas más) era con ideas contrapuestas. Ideas que nos parecieran valiosas, pero no fueran completas. Ideas con las cuales tuviéramos objeciones pero que también nos mostraran oportunidades.
Nos pusimos a buscar para ver si aparecía la Serendipia[1], y encontramos dos que con el transcurrir de las investigaciones entre empresarios y ex alumnos, se transformaron de “contrapuestas” en “complementarias”, y así aparecieron la “Contemplación” y la “Disrupción”. Dos ideas que se necesitaban mutuamente y se compensaban entre sí. ¡Es necesario contemplar en algún momento! Pero ojo, no tanto porque te pueden quebrar desde afuera sin que te des cuenta. ¡Es necesario disrumpir en algún momento! Pero ojo, no tanto porque podemos quedarnos sin empresa en un abrir y cerrar de ojos y perder nuestra caja[2] del presente, y nuestra sostenibilidad se va al demonio.
Después de llevarlo a la práctica, “contemplar” amplía las posibilidades de “disrumpir”, sí, como oyen, nos pone en alerta para estar involucrados lo suficiente como para no ser “disrumpidos”. Por lo tanto, la Disrupción debe basarse en un entorno o propósito que hayamos meditado y contemplado, con atención, presentes en tiempo y espacio. En esta construcción, apareció la imagen del Yin y el Yang. Representando dos grandes temas, por un lado el CONTEMPLAR y por el otro el DISRUMPIR, que funcionó como: El adentro y el afuera. El día y la noche. El sol y la luna. El yo y la otredad. Mi empresa y el contexto. Mi identidad y el universo. También lo pudimos ver desde un aspecto empresarial y profesional: Descanso y actividad. Divergencia y convergencia. Pensamiento y acción. Ideación e innovación. Orden y desorden. Teoría y práctica.
Nosotros también, para poder encontrar un camino, nos tuvimos que poner a contemplar y observar qué secretos tenía el universo reservados para nosotros. Y la Serendipia, como el mar, nos dejó tirados en la playa del aprendizaje. ¡Y pudimos encontrarlo! Hace poco leyendo (contemplando) el libro de @Bilinkis y @Sigman “#Artificial” descubrimos una historia en un reportaje a André Agassi, y leyendo en diagonal encontramos lo buscado: un ejemplo de contemplación para disrumpir y ganar. Los duelos entre Becker y Agassi fueron clásicos del tenis de los ’80 y ’90. La superioridad de Becker obsesionó a Agassi y lo llevó a tener que mirar más allá de lo visible, es decir a contemplar ese universo que abarca el tenis. El europeo era uno de los mejores jugadores del mundo, y dibujaba un saque formidable, único e imbatible para Agassi, quien después se convertiría en la verdadera referencia como devolvedor.
Agassi comenzó a ver insistentemente partidos de Becker y descubrió un patrón de comportamiento en el servicio de Boris, que nunca había interpretado y menos resuelto. Necesitaba alguna puerta por la cual entrarle, y entonces surgió el resultado de la contemplación. Observó en un primer plano que en la cara del alemán ocurría algo. Al siguiente punto, lo que había visto no ocurría, pero poco después se repetía. Era la lengua de Boris. La misma se escapaba de la boca en infinidad de saques, y se quedaba quieta y adentro, en muchos otros. Y André transformó el dato en análisis. Boris era un poco obvio con su lengua al balancearse para ejecutar su saque: si cerraba la boca, el saque iba a la línea central de servicio; si la movía hacia un costado, entonces seguramente realizaba un saque abierto.
Descubierto el secreto, Agassi debía hacer un uso inteligente y estratégico de esta información. Usarla, aunque su mente se torciera por la ansiedad, de forma intermitente, para no hacer evidente su descubrimiento. Finalmente Agassi terminaría sumando 8 victorias consecutivas tras perder los 3 primeros duelos. “La parte más difícil fue no hacerle saber que yo sabía esto. Así que tuve que resistir la tentación de leer sus saques continuamente y elegir el momento en que iba a usar esa información.”, contó el norteamericano.
Y como final de esta historia relató Agassi: “Se lo comenté a Boris después de su retiro. Estábamos en el Oktoberfest, nos tomamos una pinta y no lo pude evitar.” Cuando le dijo que solía mover la lengua y sobre eso hacer un saque u otro, Becker se cayó de la silla. Y le reconoció que era habitual llegar a casa tras perder un partido contra mí y comentarle a su esposa: “No es normal, es como si leyera mi mente”.
Volviendo a la necesidad estratégica del tema, primero es contemplar, para poder luego disrumpir, eligiendo el momento adecuado. Cuando hablamos de contemplar, no nos referimos a tomar un descanso en el partido del trabajo, sino a darse tiempo para apreciar lo que sucede a nuestro alrededor, buscar el aburrimiento, el aislamiento, hasta el hastío[3] de nuestra actividad, y en esta calma puede aparecer la imaginación y/o la reflexión. Es como el sueño que nos ayuda al aprendizaje, la memoria y la plasticidad neuronal. Parafraseando a Borges, contemplar quizás es olvidar las diferencias. Descansar la mirada es algo que nuestra sociedad, hiperconectada y sobre-tecnologizada, intenta negar, sin pensar en los riesgos que representa para nuestra salud (y la de nuestras organizaciones).
Esto puede lograrse tal vez, viendo el paisaje a través de la ventanilla de un tren, observando la lluvia, dejando volar la mirada en el sutil vuelo de una mariposa, u observando desde un banco de plaza un lago. Pero cuidado, no sea que haya algo que te lo impida, como esa tormenta cuando estábamos en el banco o el timbre del celular o una nueva notificación o interrupción. Es la disrupción que impide la contemplación, las hipótesis, el sueño, la idea, la tranquilidad. La contemplación es un alimento para la creatividad, y ayuda a entender la disrupción. Pregúntate: ¿qué cosas te transmitió el universo hoy? Pero para esto tenés que dedicarle tiempo y espacio a la Contemplación. Es, en definitiva, el combustible para poder ver el posible cambio posterior, esa bendita Disrupción.
“Solo el silencio nos vuelve capaces de decir algo inaudito”, como expresó Byung-Chul Han. Quédate quieto y verás dar vuelta al mundo. Si logras parar la pelota, dejar la mente en blanco, te darás cuenta de que el universo tiene muchos secretos para contarte, como nos ocurrió a nosotros al empezar a escribir este artículo.
[1] “Una serendipia es un descubrimiento o un hallazgo afortunado e inesperado que se produce cuando se está buscando otra cosa distinta. También puede referirse a la habilidad de un sujeto para reconocer que ha hecho un descubrimiento importante aunque no tenga relación con lo que busca
[2] Dinero operativo generado para utilizar en el presente.
[3] En “La sociedad del cansancio” de Byung-Chul Han se rescata esta idea.
Fuente: https://www.linkedin.com/pulse/la-necesidad-de-contemplar-para-cambiar-fernando-cerutti-lueye/