por Merce Roura
Piensas que eres preso del mundo, pero en realidad tú eres el mundo. Tú has dado forma al mundo que ves con tus pensamientos. Con la forma en que te miras y el valor que te das…
No piensan en ti, piensas que piensan. Te piensas tú.
No te critican, crees que te critican…. Te criticas tú… Y si lo hacen no te critican a ti sino a ellos mismos porque también cuando miran al mundo también son el mundo.
Vamos dibujando el camino a medida que damos pasos y tomamos decisiones.
Decidimos cómo ver cada situación a partir de las creencias las experiencias que arrastramos desde que éramos niños. Si no las revisamos, siempre lo veremos todo igual.
Si no curamos nuestras heridas, viviremos heridos… Si no cerramos el pasado, seremos siempre sus víctimas. Tendremos cuarenta años y seguiremos siendo esa niña rechazada que se siente incómoda y desencajada siempre, vaya a donde vaya… Seremos el niño abandonado al que todos abandonan una y otra vez.
Nuestra mente es tan poderosa que tiene de puentes, pero también bien dibuja muros
Nuestros pensamientos nos llevan a sentir y nuestras emociones nos mantienen atados si no aprendemos a liberarnos. Sin embargo, no es huyendo que nos liberamos de ellas. No es negándolas, ni escondiéndolas, sino sintiéndolas y observándolas.
Todo aquello que eludimos sentir nos esclaviza porque nos mantiene pendientes de evitarlo.
Nadie nos señala con el dedo… Somos nosotros quienes nos señalamos y usamos al mundo para hacerlo.
Proyectamos en esas personas la culpa que sentimos por sentirnos insignificantes y diminutos, por creer que no estamos a la altura… En realidad ese mundo que vemos, tan maravilloso y detestable al mismo tiempo, no es más que un reflejo de nuestros miedos y culpas almacenadas.
Todo. Absolutamente todo lo que está allá afuera tiene como objetivo mostrarte un camino interior.
Es como un tablero externo que reproduce milimétricamente y exactamente el tablero de tu vida que llevas dentro. En él puedes ver el espacio que ocupas y los pasos que das…
Basta con observar el lugar que te has dado a ti mismo, el lugar que ocupas en ese tablero del mundo para descubrir el lugar que ocupas en tu vida y cómo te ves a ti mismo… Porque ese es el lugar que te diste tú. Observándolo puedes descubrir si te estás amando o te estás odiando. Si te premias o te castigas. Se te ignoras. Si te pasas la vida pendiente de los demás o si te escuchas y haces caso…
Mira el tablero de tu vida. ¿Con qué ficha juegas?
¿Estás en un rincón o en el centro? ¿Compartes u espacio o estás aislado? ¿Persigues o acompañas? ¿Los demás te valoran o te usan?
A veces, es sorprendente cuánto podemos dar y compartir con otros y, al observar el tablero, descubrimos que no estamos en su primera fila, que nos tienen en escondidos, en la reserva… No quién más hace está en el centro, a veces al contrario… ¿Los demás te dan la espalda o te miran frente a frente? ¿Estás arrastrándote? ¿Estás recogiendo las migajas que otros te dejan? ¿Estás siguiendo un camino trazado o no sabes a dónde vas? ¿Estás disfrutando del camino?
¿Mientras buscas y sigues tus metas te dejas sorprender por la vida o llevas un rumbo fijo? ¿Cuántas personas más hay en tu tablero? ¿Estás solo? ¿Estás tan rodeado de personas que apenas puedes escucharte y respirar…?
¿Estás en la casilla en la que quieres estar o la ocupas porque es la que crees que debes ocupar?
¿Te gustaría estar en otro sitio y no te atreves por el qué dirán? ¿Porque crees que no lo mereces o porque te asusta dejar la casilla en la que estás y no poder volver nunca? ¿Quieres más pero te da miedo perder tu comodidad?
¿Te ves en esa casilla toda la vida? ¿Por qué no avanzas? ¿Qué te asusta dejar atrás?
¿Has estado alguna vez haciendo algo o compartiendo un momento con alguien y has pensado… «aquí es donde realmente quiero estar»?
No es el mundo… Eres tú quien tiene que darte tu lugar. Si no lo estás ocupando, es porque todavía no te lo has permitido.