Por Josรฉ Marรญa Garrido
Entre viajes por trabajo y unos dรญas en las fiestas de mi pueblo, llevaba varias semanas sin estar en Pamplona. Pero la pasada volvรญ a recuperar mis rutinas de primeras horas de la maรฑana (paseo temprano y nataciรณn). Asรญ que, en la caminata del lunes, volvรญ a encontrarme con el empleado de limpieza de calles que se ocupa de la zona donde vivo.
Se trata de una persona que siempre me ha parecido bastante peculiar. Calculo que en la cincuentena avanzada, espigado, poblada barba canosa y pelo recogido en moรฑito, siempre se le ve con buen รกnimo en su trabajo, sobre todo teniendo en cuenta las horas madrugadoras a las que lo realiza. Maneja el escobรณn y el recogedor con agilidad e incluso cierta elegancia, como si realizara una especie de danza. Mueve su carrito con energรญa, aunque poniendo detalle en el barrido y eliminaciรณn de los residuos que encuentra en las aceras. Sin embargo, lo mรกs destacable es que siempre intercambia un โยกBuenos dรญas!โ con cualquiera que se cruza con รฉl, incluido yo mismo.
Pero la pasada semana fue diferente. Porque, al cruzarnos, a su habitual saludo aรฑadiรณ un โยกMucho tiempo sin verle, caballero!โ Sorprendido, esta vez me detuve y estuve unos minutos charlando con รฉl, interesรกndome por su trabajo, su relaciรณn con los compaรฑeros o conociendo un poco de su historia. Le di las gracias por su saludo diario y por la dedicaciรณn y cariรฑo con el que realizaba cada maรฑana la limpieza del entorno en el que me muevo habitualmente.
Me apetecรญa disfrutar un poco de mi ciudad reencontrada, asรญ que por la tarde salรญ a una cafeterรญa cercana que dispone de una buena terraza. La tarde era fresca y tan sรณlo habรญa un par de mesas ocupadas. En una de ellas habรญa dos empleados de Correos (la oficina de Pamplona estรก a la vuelta de la esquina, asรญ que supuse que no era la primera vez que tomaban un cafรฉ allรญ). Al verlos me acordรฉ de mi padre, quien falleciรณ este mismo mes aunque hace ya unos cuantos aรฑos. Al recibir mi consumiciรณn, le pedรญ a la camarera que pusiera sus cafรฉs en mi cuenta, pero que no les dijera nada.
Cuando me disponรญa a irme, los dos se pusieron de pie, me dieron las gracias y me estrecharon la mano. Les dije que se suponรญa que era un secreto, pero me dijeron que lo descubrieron rรกpidamente. (ยฟTendrรก Correos un Servicio Secreto?) Les expliquรฉ que mi abuelo y mi padre habรญan sido carteros rurales, y que yo mismo fui repartidor de cartas en mi niรฑez cuando salรญa de la escuela. โYo repartรญa la carretera de mi pueblo cada dรญaโ, les dije, y cรณmo el Dรญa de la Loterรญa de Navidad era el mejor porque en todas las casas en las que hacรญa una entrega me daban una bola de mazapรกn o un guirlache como โcolaciรณnโ.
Comentamos cรณmo habรญan cambiado los tiempos en relaciรณn con el contenido del correo postal (ya no llegan cartas de los de la mili a la novia, como entonces), pero que creรญa que su trabajo seguรญa teniendo algo de especial para la gente.
Creo que de esto va la vida cuando no estamos asediados con la inflaciรณn, la โsingularidadโ fiscal, las quejas petulantes o el cambio climรกtico. Por supuesto, necesitamos resolver esas cosas, pero tambiรฉn debemos deleitarnos con lo agradable que puede ser la vida cuando somos amables unos con otros.
Tolerancia y perdรณn. No estoy hablando de perfecciรณn, sino de aprovechar las pequeรฑas (o grandes) oportunidades que nos brinda cada dรญa.
Porque siempre amanece.
Fuente: https://www.garridofreshmentoring.com/las-oportunidades-de-cada-dia