por Merce Roura
No quiero llegar más lejos que nadie, quiero estar en paz y hacer mi camino. Quiero compartir ese camino con personas que me respeten y valoren como yo respeto y valoro…
No quiero parecer más joven, quiero vivir intensamente cada momento, sin prisa pero sin postergar nada… Sin agobios, pero sin demoras absurdas, sin quedarme paralizada por miedos idiotas… 
No quiero demostrar nada, quiero reconciliarme con esa parte de mí que todavía se sorprende sintiendo que no merece y que, a veces, no se acuerda de agradecer lo mucho que tiene. No quiero luchar, quiero disfrutar. Ya no quiero conquistar cumbres, quiero transitar llanos y sentir…
No quiero ver la vida color de rosa, ni evitar el dolor, quiero la fortaleza de afrontar lo que es. Mirar a la cara a mis miedos y verme capaz. Reconocer mi valor y darme mi lugar.
No quiero que me adoren, ni que me agasajen, quiero amor sincero del que no busca juegos, ni victorias… En el que nadie gana y nadie pierde porque no se compite, se comparte. Del que no necesita palabras, pero al final las encuentra porque cuando es real siempre acaban siendo inevitables.
Ya no, ya no quiero que arranquen rosas para mí, quiero que se sienten a mi lado a contemplar las amapolas salpicar de rojo intenso los lugares más remotos, sucios y olvidados de nuestra vida. No quiero llevar más cargas ajenas, ni responsabilizarme de ningún mundo que no sea mi mundo.
No quiero esperar a que brille el sol, quiero jugar con la nieve y ser feliz con la lluvia.
No quiero esperar a que suene la música, quiero bailar ahora con mis pasos torpes y mis ganas de ser yo aunque a medio mundo le parezca que hago el ridículo.
No quiero héroes, quiero personas valientes a mi lado capaces de tomar mi la mano y dar la cara y de pedir ayuda si la necesitan. No quiero orgullo, quiero dignidad.
No quiero que el miedo me borre la cara, quiero que me impulse a saltar más alto.
No quiero promesas, quiero acciones.
No quiero que me pidan perdón, quiero que me demuestren el respeto que merezco.
No quiero guardar resentimiento, pero tampoco guardar besos pendientes. No quiero que la vida se me escape esperando un tren que nunca pasa en una estación perdida.
Ya no, ya no quiero que me regalen los oídos, quiero que se note que importo como me importan. Quiero tocar y no vivir de fantasías…
No quiero mentiras piadosas, quiero verdades crudas, porque soy fuerte para escucharlas. La honestidad y la valentía me enamoran siempre.
No quiero esperar nada nunca más, ni de la vida ni de nadie, quiero vivir y recibir con los brazos abiertos lo que llega. No quiero más fortuna que la de ser capaz de amarme y reconocerme a mí misma porque estoy absolutamente segura de que todo lo demás no es su causa sino su consecuencia.
No quiero querer, quiero amar, quiero sentir, quiero ser.
Ya no quedan opciones, la vida pide paso. Ha llegado el momento.
Porque definir lo que ya no queremos en nuestra vida es tan importante como decidir lo que sí. Porque a menudo, no hace falta más que sacar los obstáculos que pusimos en el camino para que lo correcto llegue a nosotros… Porque sin saberlo, a veces, el gran obstáculo era nuestra forma de pensar y lo cortos que vamos de amor propio sin ser capaces de decir NO a lo que nos hace daño y se nos queda pequeño.
Y yo no, a estas alturas, no me voy a quedar corta ni vivir a medias.
Fuente: https://mercerou.wordpress.com/2024/12/10/lo-que-ya-no-quiero/
