Vivimos en un país ( España ) , donde reconocer errores, especialmente para las clases políticas, es una tarea complicada y a veces imposible de conseguir. Lo que muchos políticos no saben es que admitir errores no es señal de debilidad, sino de madurez y crecimiento personal. Y además reconociendo que no lo han hecho bien puede suponer ganar más votos… ¿quieres saber por qué?
Todos hemos experimentado esa sensación de seguridad con amigos donde ponemos la mano en el fuego por una verdad y luego la realidad nos muestra exactamente lo contrario. No se si os pasa a vosotros, pero el mero hecho de reconocer un error del que estaba tan seguro unos minutos antes a mi me produce enfado. Aunque pensándolo en frío , siempre descubro que el mero hecho de reconocer mi propio error provoca en la otra persona una extraña sensación de cercanía y humanidad difícilmente alcanzable con otras estrategias emocionales.
Aceptar nuestros errores puede ser difícil. Recuerdo cómo en el colegio donde estudié penalizaban ( a veces delante de todo el mundo ) y suponían un castigo humillante y a veces desproporcionado. Desde muy pequeños, primero en la familia y luego en el colegio, nos enseñan que estar equivocado es algo malo y que debemos esforzarnos por ser siempre correctos. Esta presión por la perfección puede ser absolutamente nefasta si queremos triunfar en un mundo donde las personas deben brillar por su vulnerabilidad.
Pero la verdad es que cometer errores es completamente humano. Y especialmente reconocer que no lo hemos hecho bien, todavía más humano. Todos nos equivocamos en algún momento de nuestras vidas. Puede ser algo tan absurdo como olvidar el nombre de una persona o tan complejo como cometer un error en la interpretación de una operación financiera que nos haga perder miles de euros. Pero lo primero que hacemos como humanos es callarnos.., ¿por qué nos resulta tan difícil reconocer nuestros errores si es la forma más fácil de crecer como personas?
Una razón es la llamada disonancia cognitiva. Este concepto psicológico fue desarrollado por el psicólogo Leon Festinger en la década de 1950. Se refiere a la ansiedad que experimentamos cuando tenemos dos pensamientos, creencias, opiniones o actitudes contradictorias. En el caso que hoy nos ocupa, el de no aceptar errores, la disonancia cognitiva se produce cuando sabemos que hemos cometido un error, pero nos resulta difícil aceptarlo y reconocerlo.
Además, el miedo al rechazo social juega un papel importante especialmente en España donde todo el mundo parece que hace todo bien. Todos queremos ser aceptados por los demás, y admitir que estamos equivocados puede hacernos sentir vulnerables ante el juicio de los demás. Pero no hay nada mejor que la vulnerabilidad para ganarnos a la gente.
Aquí está la ironía: investigaciones muestran que admitir nuestros errores en realidad mejora nuestra reputación. La gente nos ve como más amigables y accesibles cuando somos honestos sobre nuestros errores.
Entonces, ¿cómo podemos aprender a reconocer nuestros errores de una manera positiva y constructiva sin necesidad de sufrir en el intento?
En primer lugar, debemos aceptar que todos, hasta los más inteligentes ( que no es mi caso) nos equivocamos. Es parte de ser humano. No hay nada de malo en cometer errores; lo importante es cómo manejamos ese reconocimiento de «error» que surge después de cometerlos.
En segundo lugar, debemos estar abiertos a la crítica constructiva. Cuando alguien señala un error en nuestro trabajo o en nuestra forma de pensar, en lugar de ponernos a la defensiva, deberíamos verlo como una oportunidad para aprender y crecer. Incluso podemos verlo como un regalo para saber qué podemos hacer para crecer como personas.
En tercer lugar, pongamos en práctica la humildad y la vulnerabilidad. No tenemos que tener siempre la razón. Ser capaces de admitir cuando estamos equivocados muestra madurez y fortaleza de carácter. Yo no me he ganado jamás a personas más rápidamente que cuando he reconocido que no lo he hecho bien delante de ellos. Usemos nuestros errores como oportunidades para mejorar. Cada error que cometemos es una lección que podemos aprender. En lugar de castigarnos por nuestros errores, deberíamos verlos como oportunidades para crecer y mejorar.
Soy muy consciente que aprender a reconocer nuestros errores no es nada fácil, espacialmente al principio.Pero es una poderosa arma social que todos deberíamos utilizar y promover. Nos hace más humanos, más accesibles y más empáticos. Y al final del día, nos ayuda a ser mejores personas y a irnos tranquilos a la cama.
Fuente: https://diegoantonanzas.com/reconocer-errores-para-poder-crecer-como-personas/