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Huir del problema no lo soluciona

Es mejor no intentar escapar de los problemas, acabará encontrándote o, peor aún, te los llevarás en la alforja vayas donde vayas. Entonces, ¿qué es más saludable? ¿Quedarse y solucionarlos o huir con ellos a otra parte? Entiendo que huir del problema no lo soluciona, igual que la mancha no se quita tirando la prenda, sino lavándola, lo primero puede llevar a engaños, porque deshacernos de la fuente del conflicto, en nuestro caso dejando el lugar donde se ha originado, no estamos solucionándolo sino alargando el desenlace.

Con frecuencia saber lo que se debe hacer tampoco es suficiente, ya que poder llevarlo a cabo es lo complicado. Desde luego son dos realidades extraídas de una sola decisión. No obstante, enfrentarse a los problemas es la mejor forma de encarar su resolución e ir con ello a otra parte puede incluso generar consecuencias más graves. Esto se ve muy bien en el ámbito empresarial, donde el empresario se debe a su lugar de origen, por lo que tarde o temprano vuelve al terreno donde ha ejercido el negocio, y si antes de partir había quemado el campo de cultivo, a su vuelta se encontrara el terreno quemado, pero el resto seguirá allí, esperándole para hacerle pagar, quién sabe, su cobardía.

No reconocer el problema tampoco es una buena solución, porque tarde o temprano saldrá a la luz, y aunque creamos que quizá para cuando lo haga ya no nos perjudique, siempre acabará haciéndolo. Si alguien no es capaz de identificar la fuente del conflicto es que, probablemente, sea él mismo, por lo tanto estaría bien partir de una base de análisis centrada en la propia persona. Desde luego lo que menos ayuda a resolver el problema es perder el tiempo buscando culpables externos. Aunque esta sociedad está muy habituada a hacerlo en cada acción mal ejecutada, el mejor camino para despojarse de un conflicto es identificando la fuente del origen con rapidez, para buscarle alternativas de solución saludable, enfrentándose a los elementos que los conforman con firmeza y asumiendo las consecuencias sin perder nunca la honestidad.

Desaparecer de una realidad contaminada no es corregirla, los residuos dañados acompañan a la persona vaya donde vaya. Por otro lado, juega un papel importante el aspecto psicológico cuando se tiene tan interiorizado el problema y se asume sus consecuencias como una carga personal, algo siempre difícil de evitar. Aunque se formalice un alejamiento inmediato, la persona no puede desprenderse de la conciencia que a cada rato, al cabo de cada acción comparará los hechos con el fondo del problema que ha propiciado la huida, generando un padecimiento mucho más largo y tortuoso.

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