1.- Como en toda profesión, en todo arte y en toda actividad seria, en el liderazgo es fundamental el saber cómo hacer las cosas, el dominio de la teoría y la técnica a aplicar.
2.- El arte de la dirección o la conducción de hombres requiere, más que cualquier otra actividad humana, la habilidad o destreza en el oficio, el saber hacer que proporciona una ciencia o sabiduría teórica complementada por la sagacidad práctica que da una acrisolada experiencia . Para llegar a ser un buen dirigente, es necesario conocer bien las leyes del oficio, es indispensable tener un conocimiento claro y profundo de las reglas a que está sometida la acción rectora y directiva. Quien se meta a líder sin ese saber previo no hará otra cosa que dar tumbos, sembrar el desconcierto y cosechar estrepitosos fracasos.
3.- Todas las cosas de esta vida – la alimentación, el trabajo, el estudio, el deporte, el tocar un instrumento, el cocinar, el escribir, el barrer, el sentarse, el pensar, el descansar, el afrontar los contratiempos – tienen una manera correcta de hacerse y otras muchas incorrectas. Cualquier persona con dos dedos de frente elegirá la primera, procurará ajustar a ella su conducta, desechando las últimas. Y el liderazgo no escapa a esta ley, aunque haya un abultado número de individuos , dirigentes o no, que creen que en su campo todo es válido o que la acción dirigente es simple cuestión de romántica y caprichosa inspiración.
4.- Por desgracia, en la mayoría de los casos los seres humanos eligen la segunda opción de las dos antes expuestas: prefieren recurrir a modos incorrectos, erróneos y equivocados , de hacer las cosas. Pocos son los que hacen las cosas como es debido. A los más les trae sin cuidado cómo haya que hacer lo que tienen entre manos; ellos lo hacen como les parece y les viene en gana, como se les ocurra sobre la marcha. Y esto se da especialmente grave entre los dirigentes: la mayoría no se preocupa lo más mínimo de saber si está haciendo bien su labor; no se esfuerza por conocer a fondo las reglas y leyes de su oficio. Les trae al fresco ajustarse o no al ideal del mando y la dirección; lo único que les preocupa es mandar, detentar el poder, ser personas importantes, que se les mire con arrobamiento y se haga lo que ellos dicen.
5.- Toda actividad humana – y más la actividad dirigente – tiene sus reglas precisas, sus normas, su técnica, su ciencia, su ley o lógica interna, que debe conocer y asimilar bien quien desea practicarla correctamente. En cualquier actividad hay que proceder de manera lúcida e inteligente, lógica y racional, ateniéndose a su ley íntima, buscando la mejor manera de llevarla a cabo, y no de manera ciega e irracional, caprichosa y pasional, a lo loco y “a la buena de Dios”.
6.- Hay sin embargo, quienes optan por esto último, incluso con entusiasmo y frenesí. Abrazan de mil amores cualquier opinión o teoría que exalte las excelencias del obrar a tontas y a locas, pues así ven justificados todos sus desmanes, caprichos y excentricidades. Es lo que ocurre con los indocumentados que ocupan cargos dirigentes: creen que tan obtusa ideología legitima su incompetencia.-
7.- Hay principios básicos del mando o liderazgo, leyes y normas fundamentales del buen hacer en lo que a la dirección se refiere , que en modo alguno puede permitirse desconocer quien pretenda dirigir algún grupo humano.
8.- Esos principios han de ser dominados, conocidos a fondo, tanto de manera teórica como práctica. No basta el mero conocimiento teórico ni tan poco el ser un simple practicón que cree sabérselas todas a base de una experiencia en la mayor parte de los casos más que dudosa. Hay directivos que llevan toda su vida dirigiendo, ejerciendo funciones de mando, y todavía no saben lo que es dirigir.
9.- Todo descansa, pues, en el saber, en la ciencia, en el conocimiento. No el saber en cuanto mera acumulación de conocimientos muertos, sino en el saber vivo que brota de la síntesis de teoría y práctica.; el saber vivido, estrechamente unido a la vida real, surgido en íntima conexión con ella y proyectada hacia ella; el saber que da una doctrina correcta y rectamente asimilada, unida a la experiencia acumulada a lo largo de todos los años. Un saber que se identifica con el ser, en el cual lo que se sabe coincide con lo que se es, con una manera de ser y de vivir. Un saber, en suma, que se convierte en sabiduría: sabiduría de la vida, sabiduría que orienta para el bien vivir y el bien obrar.
10.- Saber o no saber, esta es la cuestión ..Saber o no saber dirigir: saber o no saber forjar la propia mentalidad y el propio carácter; saber o no saber comportarse y conducirse; saber o no saber aprender y formarse como líder; saber o no saber enfocar de manera correcta los problemas y situaciones; saber o no saber tratar a la gente; saber o no saber adoptar la actitud adecuada; saber o no saber comunicarse, transmitir ideas, despertar ilusión y entusiasmo.
11.- Si no se sabe hacer algo, lo primero que hay que hacer es aprender a hacerlo; reconocer la propia deficiencia y tomar las medidas necesarias para remediarla. Si no sabes dirigir, si no sabes hacer las cosas bien , por mucho empeño y buena voluntad que pongas, saldrán las cosas mal.
12.- Son muchos los que piensan que un jefe surge poco menos que por generación espontánea , que no necesita saber nada para desempeñar su función, que no es indispensable contar con ninguna preparación especial para ponerse al frente de una empresa colectiva, que el liderazgo se puede improvisar y que para dirigir una actividad cualquiera basta con ponerse a hacerlo. Creen que es suficiente tener un cierto “carisma” o ganas de dirigir. Grave error cuyas consecuencias no tardarán en hacerse patentes.
13.- Resulta curioso que , mientras todo el mundo reconoce que hasta para arreglar un grifo o freír unos huevos hay que saber hacerlo, muchísima gente piense – si no de manera explícita y teórica, si al menos de forma implícita y de hecho – que para dirigir un grupo humano basta con proponérselo y lanzarse al ruedo con la mejor voluntad.
14.- Si oficios o tareas más simples y elementales requieren una gran dosis de conocimiento y experiencia, qué no será en el caso de una labor tan compleja y difícil, tan exigente y total como la del mando, en la que intervienen tantos y tan diversos factores y que trabaja sobre todo con ese material tan complejo, rico y sutil, plurifacético e imprevisible que son los seres humanos.
15.- El conocimiento y la experiencia – es decir el saber teórico y la agilidad que da la práctica asidua del oficio – juegan un papel decisivo en la formación e todo buen líder.
16.- El liderazgo es un auténtico arte. Pero como enseñaba Santo Tomas de Aquino y la doctrina escolástica “no hay arte sin ciencia”. El arte del liderazgo necesita de la ciencia del liderazgo para poder existir, para desarrollarse de manera sana y correcta. Es imprescindible conocer bien esa ciencia, poseerla, dominarla, para poder dirigir como es debido.
17.- La despreocupación por la sabiduría del liderazgo que se constata en tantos dirigentes o pseudo-dirigentes tienen su origen en la necedad y viene a aumentar esa necedad hasta extremos inconcebibles.
18.- Misión del líder es, entre otras muchas cosas: crear un clima de dialogo y participación, proponer proyectos sugestivos, orientar y estimular, despertar ilusión, ampliar horizontes, promover iniciativas, fortalecer la personalidad y afianzar la libertad de cada cual. Pero todo esto no es fácil, hay que saber hacerlo. Si quiero ser un buen líder, en primer lugar tengo que saber que esa es mi misión, y, en segundo lugar, tengo que saber como hacerlo, como llevar a cabo esa misión, cómo realizarla efectivamente en la práctica.
19.- El líder tiene que saber hacer muchas cosas. Cosas a veces elementales, sencillas, no excesivamente complicadas , pero que no siempre es fácil saber hacerlas. A menudo las cosas más simples son las más difíciles de aprender, sobre todo cuando se vive en una civilización demasiado complicada y sofisticada, y cuando la mente se ha desformado en exceso. Por eso, el líder tendrá que comenzar aprendiendo la virtud de la sencillez y la simplicidad.
20.- La labor dirigente supone la combinación y conjunción de conocimientos, actitudes y cualidades que son aparentemente opuestas. Así, por ejemplo, para ser dirigente, hay que saber hablar y escuchar, confiar y desconfiar, reír y ponerse serio, pensar y actuar, trabajar y hacer trabajar, luchar y apaciguar, esforzarse y descansar, tensarse y relajarse. Es evidente que el armonizar cosas tan dispares requiere gran preparación.
21.- Entre otras muchas cosas, para dirigir hay que pensar, planificar, delegar, animar, motivar, convencer, corregir, reprender, incitar, premiar, dialogar, luchar, trabajar, exigir y exigirse. Y todo esto hay que saber hacerlo bien. Hay que saber dónde, cuándo y cómo hacerlo. Cada una de esas tareas es tremendamente delicada y no puede hacerse de cualquier manera. Quien crea que puede hacerlas al tuntún fracasará como dirigente. No digamos quien ni siquiera se planeta si hay que hacerlas o no.
22.- Hay que saber además hacer bien todas aquellas funciones que exija la modalidad dirigente que a uno le corresponda en cada momento, conocer bien el campo de actividad en que haya de moverse y las leyes a aplicar en el mismo. No es lo mismo ser dirigente como padre que como empresario, ni es lo mismo dirigir como jefe militar que como autoridad docente o como líder en nuestra Asociación.Cuando a uno le toque actuar como padre o cabeza de familia , tendrá que saber hacer bien su papel de padre y esposo; cuando le toque el papel de empresario o de líder leonístico tendrá que saber acoplar su acción a la manera de actuar que se requiera en este terreno.
23.- Son, desgraciadamente, multitud de líderes que no saben hacer todo aquello que deberían saber hacer muy bien (y quien dice líderes, dice padres, educadores, profesores, profesionales, asesores, intelectuales y un largo etcétera)No saben trabajar, no saben hablar, no saben pensar, no saben decidir, no saben escuchar, no saben motivar, no saben ilusionar, no saben animar, no saben aconsejar, no saben convencer, no saben convivir, no saben corregir o rectificar, no saben formar y formarse. En una palabra no saben dirigir, no saben liderar. No saben siquiera en que consiste su función como dirigentes, aunque lleven años desempeñando un puesto de responsabilidad. No lo saben, ni quieren saberlo, que es lo peor de todo.
24.- Si muchos líderes – o que se pretenden tales – no saben desenvolverse, es porque tienen una mente demasiado complicada, atiborrada de ideas inservibles o más que discutibles, plagada de errores de todo tipo y enredada en complejos de origen egóticos. Por eso se complican inutilmente la vida: se la complican a sí mismos y se la complican a los demás. Su no saber hacer amarga la existencia a cuantos con ellos conviven y trabajan. De ahí la urgente necesidad de empezar por ese aprendizaje de la sencillez a que antes nos referíamos: aprender a hacer las cosas más simples y a hacerlas de una manera sencilla, sin pretensiones ni rebuscamientos.
25.- A nadie se le ocurriría ponerse a conducir un coche sin tener ni idea de cómo manejar el volante, el embrague, las marchas y los pedales del acelerador y del freno, así como un mínimo conocimiento de las señales de tráfico. Lo curioso es que personas a las que ni siquiera se les pasaría por la cabeza el atreverse a hacer tal cosa, se lancen sin la menor vacilación a una labor de conducción mucho más difícil, como res la de dirigir y liderar, sin conocer bien las palancas y engranajes que han de manejar.
26.- Cualquier indocumentado se siente con capacidad para ser un líder y, lo que es peor aún, cuanto mayor sea su ignorancia más ínfulas se dará de ser un dirigente consumado.Son infinidad, en efecto, los que se meten a conducir grupos, empresas y organizaciones sin tener la más remota idea de lo que es dirigir y de cómo se conduce una agrupación humana, como hay que maniobrar para guiar correctamente su actividad y desarrollo.Será candidato no al estrellato, sino al estrellamiento. Lejos de elevarse a estrella del liderazgo, no tardará en estrellarse.
27.- Si un líder no se interesa por aprender la ciencia de su oficio por conocer lo mejor posible todo cuanto con él se relaciona, demuestra con ello que no vale como líder. ¿Cómo se puede realizar bien una función sin amarla? ¿ Cómo puede practicar bien un oficio quien no desea conocerlo a fondo?.
28.- Para el líder el “saber hacer” significa profesionalidad, entendiendo esta palabra, como indica Octave Gelinier, en el sentido de “espíritu de método y respeto a las reglas del arte”.El buen líder debe proceder y desenvolverse con la competencia de un buen profesional , con la seguridad y la fiabilidad de un hombre diestro en su oficio.
29.- Que tu acción como líder se caracterice por el buen hacer, por el amor a la obra bien hecha. Evita la improvisación alocada , el parcheo, el capricho y la arbitrariedad, la precipitación y el atolondramiento. Trabaja a conciencia, con reflexión y atención. Haz lo que tengas que hacer con cuidado y esmero. Sé prudente y obra con sabiduría.
30.- No busque el éxito sino el acierto. Numerosos dirigentes están obsesionados con triunfar; por eso fracasan.Su ambición, su afán de éxito, su obsesión por aparecer como triunfadores les impide funcionar como buenos líderes y les acaba jugando más de una mala pasada. No se preocupan de acertar, de obrar correctamente, de hacer bien lo que tienen que hacer , de aprender y ejercer bien su oficio, y eso les lleva a la perdición. Si te obsesionas po el éxito, ciertamente no acertarás; pero probablemente tampoco conseguirás el éxito que tanto anhelas.
31.- Las cortas entendederas de gran número de dirigentes que carecen de la necesaria capacitación profesional les impiden ver que su impericia está en el origen de casi todos los problemas y dificultades que sufren sus organizaciones. Es esta una impericia que suele ir, por lo general, unida a la irresponsabilidad y al soberbia, vicios que contribuyen a que no se tomen los pasos necesarios para subsanarla. Inaudita inepcia e incomprensible estupidez entraña este negarse a poner remedio a la propia incompetencia tan frecuente en los malos jefes.
32.- La función del dirigente no es tanto hacer – en el sentido de trabajar, producir o hacer cosas – como hacer hacer: es decir, hacer que los demás hagan; hacer que las cosas funcionen y que el grupo trabaje con eficacia y en un buen ambiente; conseguir que todo marche bien con la menor intervención de su parte y que el grupo lleve a cabo la misión que se ha asignado sin interferencias perturbadoras; crear las condiciones para que se haga de la mejor manera posible lo que hay que hacer.
Autor Manuel Márquez Campos – Club de Leones de Torremolinos – España
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