Por Gustavo Adamovsky
En nuestra vida cotidiana, a menudo nos encontramos en situaciones en las que posponemos tareas importantes, a pesar de tener plena conciencia de que necesitamos hacerlas. La fecha límite se acerca, nuestra mente nos presiona y sentimos la presión en nuestro interior, pero en lugar de ponernos manos a la obra, decidimos ver una serie y soñar con cómo lo lograremos mañana.
Este comportamiento tiene su raíz en un sesgo cognitivo conocido como «descuento hiperbólico» o «sesgo del presente», que nos lleva a elegir recompensas inmediatas y más pequeñas en lugar de recompensas futuras y más grandes. El valor presente descontado de una recompensa futura sigue una curva matemática llamada «hipérbola». Un experimento clásico ilustra este fenómeno: si se nos ofrece la opción entre recibir $100 hoy o $120 en una semana, la mayoría elige los $100 de inmediato. Sin embargo, cuando se plantea la misma pregunta con un plazo de una semana, pero un año en el futuro, o sea, si se prefiere $100 en un año o $120 en un año y una semana, la elección mayoritaria es la recompensa más grande.
Este sesgo presente tiene un impacto significativo en decisiones importantes relacionadas con nuestra salud, finanzas y carreras profesionales, entre muchas otras. Estas decisiones a menudo requieren que sacrifiquemos el placer inmediato por un beneficio a largo plazo.
Tomemos como ejemplo nuestra intención de cuidarnos. ¿Cómo elegimos entre disfrutar una porción de torta en este momento o verse bien en la playa? Muchas decisiones de este tipo se ven afectadas por el sesgo del presente, ya que implican un intercambio entre el placer inmediato y el beneficio futuro.
Cuando posponemos las cosas, optamos por la gratificación instantánea de disfrutar el presente en lugar de la recompensa futura que nos habíamos propuesto alcanzar.
Cuando posponemos las cosas, optamos por la gratificación instantánea de disfrutar el presente en lugar de la recompensa futura que nos habíamos propuesto alcanzar. Es natural preguntarse por qué somos así y por qué caemos en este sesgo cognitivo. Los sesgos cognitivos, como el sesgo del presente, son atajos mentales que solemos utilizar para tomar decisiones rápidas, pero no siempre funcionan de la mejor manera.
Nuestros cerebros no están diseñados para ser totalmente racionales, ya que el mundo está lleno de información como para poder procesarla por completo.
Nuestros cerebros no están diseñados para ser totalmente racionales, ya que el mundo está lleno de información como para poder procesarla por completo. En su lugar, hemos evolucionado para tomar decisiones rápidas. Nuestros ancestros de las cavernas no tuvieron que enfrentar las mismas decisiones complejas que nosotros tenemos hoy en día. En condiciones más duras de supervivencia, no sabían si llegarían al final del día, por lo que nuestra especie evolucionó para elegir la opción inmediata que aumentara nuestras posibilidades de transmitir nuestros genes. Nuestros cerebros están conectados para elegir cosas seguras e inmediatas en lugar del potencial de una recompensa futura lejana.
Pero no todo está perdido. Existen formas de mejorar nuestras habilidades para tomar decisiones acertadas:
1. Entenderse con el «yo» futuro: a menudo posponemos las cosas porque es fácil asumir que nuestro «yo» futuro va a estar lleno de energía ilimitada, autodisciplina y motivación. Sin embargo, es importante considerar el estado mental en el que estaremos en el futuro, probablemente cansados, agotados y somnolientos. Evaluar conscientemente la confiabilidad de nuestro «yo» futuro puede servir como motivación para hacer realmente las cosas que queremos hacer hoy.
2. Compromiso previo: el sesgo del presente nos dice que tendemos a posponer las cosas cuando las decisiones están en un futuro lejano. Una forma de contrarrestar esto es hacer un compromiso previo, encerrándonos en una decisión futura. Al eliminar la tentación futura de retroceder, aumentamos nuestras posibilidades de éxito. Por ejemplo, las personas que se comprometen a ahorrar parte de sus ingresos futuros para la jubilación terminan ahorrando más dinero que aquellos que no hacen este compromiso.
3. Dividir los grandes objetivos en partes más pequeñas y manejables: establecer metas grandes y ambiciosas puede generar grandes recompensas, ¿verdad? No siempre es así. Los grandes objetivos, como aprender un idioma o bajar de peso, requieren mucho tiempo para lograrlos y, por lo tanto, son más susceptibles al sesgo del presente. Cuando se nos presenta la opción entre mirar una serie ahora (una recompensa inmediata pero menor) y trabajar para alcanzar nuestro objetivo (una recompensa grande pero lejana), es probable que elijamos la recompensa inmediata y pequeña. Sin embargo, al dividir los grandes objetivos en tareas más pequeñas, la recompensa se obtiene después de completar cada parte, lo que la hace más inmediata y alcanzable.
En conclusión, reconocer el efecto del sesgo del presente en nuestras decisiones diarias y evaluar conscientemente las compensaciones entre el presente y el futuro puede ayudarnos a lograr lo que realmente deseamos.
Fuente: https://www.linkedin.com/comm/pulse/sesgo-del-presente-una-trampa-para-nuestras-de-largo-plazo-adamovsky?lipi=urn%3Ali%3Apage%3Aemail_email_series_follow_newsletter_01%3BRIv9Inm4TJ%2BlJDyLj0Pa7Q%3D%3D&midToken=AQHXk1WGkrPttA&midSig=0CjQoTnLBMJGQ1&trk=eml-email_series_follow_newsletter_01-newsletter_content_preview-0-title_&trkEmail=eml-email_series_follow_newsletter_01-newsletter_content_preview-0-title_-null-pvwyz~lk8j45aj~pn-null-null&eid=pvwyz-lk8j45aj-pn