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Creatividad e IA: mitos, realidades e incómodas verdades.

Creatividad e IA: mitos, realidades e incómodas verdades.

 por Virginia Cabrera

De verdad que si vuelvo a oír eso del miedo a la pérdida de capacidades por efecto y mediación de la Inteligencia Artificial, vomito. ¿Acaso no es evidente que somos ante todo seres vivos que se adaptan a su entorno, modificando a la corta sus comportamientos y a la larga hasta su ADN?

Y por cierto ¿no era hasta hace dos días esa capacidad de adaptación uno de nuestros mayores orgullos? ¿Qué ha pasado para que ahora el reto de adaptarnos a una nueva herramienta, capacidad o condición del entorno (me da igual como quieras llamarle) nos suponga un drama de magnitudes apocalípticas?

De verdad que no sé si gana el enfado o la tristeza cuando escucho a personas que tengo por cuerdas, leídas y de cabeza bien organizada hablar de miedo a la Inteligencia Artificial, de cómo habría que «parar esto” o de “dolor por la pérdida de las capacidades humanas”.

En este asunto de nostalgia anticipada por lo que nunca más será, la «creatividad humana» es una de las que se lleva la palma.

Así que hablemos con honestidad de ella.

Atrevámonos a llamar al pan, pan y al vino, vino. Porque solo así podremos cambiar si es que tenemos algo que cambiar.

Nuestro cerebro NO tiende a la creatividad

Es un hecho. Estamos diseñados para sobrevivir y reproducirnos. Y si las cosas vienen bien dadas, la creatividad nos sobra por todos los poros.

Nuestro cerebro tiende a mantener lo que tiene huyendo como alma que lleva el diablo del riesgo, trata de copiar lo que hace la gente cuando no sabe qué es lo que convendría hacer, y sigue cual patito perdido a Vicente cuando parece que este tipo camina con seguridad sabiendo adónde va. No lo digo yo, sino toda la literatura científica sobre conducta humana. Sesgo de statu quo, principio de prueba social y de autoridad, llaman a estos «atajos mentales» los que saben.

La realidad es que, por diseño, la gran mayoría de la gente es poco o nada creativa.

Así que si lo de ser creativo te es pelín lejano, no te fustigues. Piensa que eres un buen diseño. Funcionas según has sido programado.

Sin embargo, si lo tuyo es no poder dormir tratando de reinventar la rueda, tal vez deberías empezar a verte como un fallo técnico… que también tiene su función social. Tranquil@, déjame seguir.  

Las limitaciones fomentan la creatividad

Como también nos han hecho ver una y otra vez quienes saben de los misterios del alma humana, el contexto nos influye (y mucho). No es ningún secreto que “el hambre agudiza el ingenio”.

En el libro «Cosas que me contó un pajarito», Biz Stone, el cofundador de Twitter, un tipo que mezcla como nadie creatividad, humor y optimismo, cuenta en primera persona cómo la creatividad se puede cultivar y cómo el ingenio precisa de empatía y de algo de pensamiento lateral para no morir en el intento. Siempre me he sentido inspirada por ese relato de cómo el límite de 140 caracteres por mensaje, producto de un deseo de acceso universal y compatibilidad de dispositivos (y de lo limitado del presupuesto en servidores), se vivió allí como un desafío estimulante en lugar de como una restricción. Y como ese espíritu les llevó a aprender a seleccionar cuidadosamente las palabras para centrarse en transmitir de manera más clara y efectiva. Sin esta restricción nos hubiéramos perdido esta forma única de expresión que fue durante mucho tiempo una característica  definitoria de la identidad de Twitter.

Siempre he dicho que mis años en Twitter me enseñaron a escribir con más claridad y que fueron mi mejor entrenador de brevedad.

Ejemplos podría ponerte miles. Seguro que tú ya has encontrado los tuyos.

Las herramientas cambian las capacidades… o no tanto

Millones de veces me habéis escuchado ya aquello de que “lo que hacemos cambia lo que somos”. Es una de mis “verdades” favoritas. Porque el hábito acaba haciendo al monje. A veces con sangre, sudor y lágrimas y otras sin apenas darnos cuenta.

Pero todos cambiamos. Porque todos interactuamos de un modo o de otro con un entorno que, como el río de Heráclito, nunca para de fluir.

En este escenario, llorar por esas golondrinas que ya no volverán me parece una solemne estupidez. Siento ponerme tan poética hoy pero ya se sabe que mucho llorar por el sol impide ver las estrellas.

Y yo voto por las estrellas.

Pero, dejemos al cambio con su inevitabilidad y volvamos al asunto de la creatividad.

¿Qué es (en realidad) la creatividad?

Leo hoy en La Vanguardia la historia de Hipnocracia, un ensayo publicado en Italia en diciembre y traducido al español en mayo. Del cual, entre la publicación italiana y la española, se desprendió una revelación inesperada: el supuesto autor, Jianwei Xun, no existía. El libro resultó ser un experimento social sobre el uso de la inteligencia artificial generativa, ideado por el filósofo italiano Andrea Colamedici que declara haber escrito el libro “con inteligencia artificial, pero sin delegar en ella para hacerlo: Incorporé mis tesis, que he estudiado durante años, en dos IA diferentes y les pedí que las refutaran”

¿Es este libro un engaño o un ejercicio extraordinariamente creativo apoyado en el uso de la IA?

Ahí lo dejo.

Opiniones, seguro que hay tantas como personas. Pero da igual, el objetivo no es que nos pongamos de acuerdo. Lo que importa es nuestra capacidad para hacernos (y tratar de respondernos) antes a esa pregunta.

La creatividad es puro cambio

No soy tan osada como para tratar de definir la creatividad. Aunque sé de buena tinta que es un concepto tan complejo como esquivo que requiere de inspiración, reflexión, prueba, fracaso… y mil ingredientes más.

Prefiero hoy centrarme en plantear una duda razonable a dos asuntos.

Al por qué asumimos asumimos como «intrínsecamente humanas» capacidades que la mayoría no tenemos, salvo que vengamos “defectuosos de fábrica” o el entorno nos condicione lo suficiente como para “ahogarnos”.

Y al presunto peligro de confundir  posibilidad con probabilidad y cómo la “capacidad teórica” de hacer algo no implica correlación causal alguna con el hecho de que esa capacidad llegue a desplegarse alguna vez. Que todos podamos desarrollar nuestra creatividad no implica que la mayoría acabemos (IA o tenedores mediante) sacándola a pasear.

Las personas creativas lo son con cualquier cosa. Y lo seguirán siendo si se ponen a currar con la Inteligencia Artificial. A las que lo somos menos, de algún apuro nos sacará pero poco más podemos esperar. Ya hemos aprendido (espero) que de dónde no hay no se saca, por mucho que algún fuego de artificio nos haga creer lo contrario.

La creatividad de las personas creativas nunca dejará de existir. Aunque seguramente lo que cambie es a qué llamamos creatividad.

Pero no nos equivoquemos, la mayoría no la perderemos… porque no se puede perder lo que nunca se ha tenido.

Pocas veces he deseado tanto estar equivocada en mi reflexión.

Al menos, espero que con ella nuestros fantasmas vayan cambiando de forma.

Fuente: https://balcon40.com/2025/07/11/creatividad-e-ia-mitos-realidades-e-incomodas-verdades/

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