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¿Delegar lo comercial es posible?
𝗘𝗹 𝗽𝗿𝗼𝗯𝗹𝗲𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗻𝗼 𝗽𝗲𝗻𝘀𝗮𝗿 𝗹𝗮 𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝗮 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘂𝗻 𝘁𝗼𝗱𝗼, 𝘀𝗶𝗻𝗼 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗮 𝘀𝘂𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗱𝗶𝘀𝘁𝗶𝗻𝘁𝗮𝘀 𝗮́𝗿𝗲𝗮𝘀
¿𝗖𝗼́𝗺𝗼 𝘆 𝗱𝗼́𝗻𝗱𝗲 𝗮𝗽𝗹𝗶𝗰𝗮𝗿 𝗹𝗮 𝗶𝗻𝘁𝗲𝗹𝗶𝗴𝗲𝗻𝗰𝗶𝗮 𝗮𝗿𝘁𝗶𝗳𝗶𝗰𝗶𝗮𝗹 𝗲𝗻 𝗹𝗮𝘀 𝗽𝘆𝗺𝗲𝘀 𝘀𝗶𝗻 𝗮𝗳𝗲𝗰𝘁𝗮𝗿 𝗺𝘂𝗰𝗵𝗼 𝗲𝗹 𝗽𝗿𝗲𝘀𝘂𝗽𝘂𝗲𝘀𝘁𝗼?

𝗘𝗹 𝗽𝗿𝗼𝗯𝗹𝗲𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗻𝗼 𝗽𝗲𝗻𝘀𝗮𝗿 𝗹𝗮 𝗲𝗺𝗽𝗿𝗲𝘀𝗮 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝘂𝗻 𝘁𝗼𝗱𝗼, 𝘀𝗶𝗻𝗼 𝗰𝗼𝗺𝗼 𝗹𝗮 𝘀𝘂𝗺𝗮 𝗱𝗲 𝗹𝗮𝘀 𝗱𝗶𝘀𝘁𝗶𝗻𝘁𝗮𝘀 𝗮́𝗿𝗲𝗮𝘀

por Juan Carlos Valda

Uno de los errores más comunes en la gestión de una PYME es abordarla como si fuera simplemente la suma de sus partes: ventas, finanzas, producción, recursos humanos, etc. Este enfoque puede parecer lógico al principio, pero, en la práctica, es una de las principales razones por las que muchas PYMES se estancan o no logran el crecimiento que desean.

Cuando pensamos en una empresa como una serie de departamentos independientes, perdemos de vista algo fundamental: la empresa es un sistema interconectado. Lo que sucede en un área afecta directamente a las demás, y solo con una visión holística se puede entender cómo lograr que ese sistema funcione de manera armónica y eficiente.

El enfoque fragmentado: una trampa común

Imaginemos que el área de ventas logra un récord en nuevas contrataciones de clientes, pero el área de producción no está preparada para cumplir con la demanda. O pensemos en una situación en la que finanzas decide reducir costos drásticamente sin consultar con recursos humanos, lo que lleva a despidos que afectan la moral del equipo. Estos ejemplos ilustran cómo las decisiones aisladas en una parte de la empresa pueden tener consecuencias desastrosas en otras áreas.

Cuando se aborda la empresa de manera fragmentada, cada departamento se enfoca en sus propios objetivos, pero no necesariamente en los objetivos generales de la organización. Esta falta de alineación provoca que las áreas trabajen en direcciones opuestas o, al menos, de manera poco coordinada. El resultado: recursos desperdiciados, tensiones internas y un desempeño general mucho menor al que se podría lograr con una visión integral.

La visión compartimentada: consecuencias

El enfoque de “cada uno a lo suyo” también genera una falta de comunicación que afecta profundamente la efectividad de la empresa. Los distintos departamentos comienzan a actuar como silos aislados, protegiendo su información y sus procesos, y evitando colaborar con otras áreas. Esta falta de colaboración crea cuellos de botella en la operación diaria y afecta la capacidad de la empresa para reaccionar rápidamente a cambios en el mercado o a situaciones imprevistas.

Además, la toma de decisiones se vuelve más difícil y menos eficiente. Si cada departamento ve el negocio desde su propia perspectiva, las reuniones estratégicas se convierten en campos de batalla donde se defienden intereses individuales en lugar de pensar en lo que es mejor para la organización en su conjunto.

Esto también genera otro problema: la duplicación de esfuerzos. Cuando cada área trabaja de manera independiente, es muy probable que se estén realizando tareas similares o incluso redundantes en distintos departamentos, lo que no solo desperdicia tiempo y recursos, sino que también ralentiza los procesos y afecta la competitividad de la empresa.

El impacto en la cultura organizacional

Otro problema que surge cuando se piensa en la empresa como la suma de sus áreas es el impacto negativo en la cultura organizacional. Si cada departamento está enfocado en sus propios objetivos, los empleados comienzan a identificarse solo con su área y pierden de vista el objetivo general de la empresa. Esta fragmentación lleva a que se desarrollen microculturas dentro de la organización, lo que a menudo resulta en conflictos internos y en una falta de sentido de pertenencia.

Además, esta desconexión afecta la motivación de los empleados. Si cada área está trabajando de manera aislada, los equipos no ven cómo su trabajo contribuye al éxito global de la empresa, lo que reduce el sentido de propósito. Sin una visión compartida de hacia dónde va la empresa y cómo cada uno contribuye a ese objetivo, es difícil generar el compromiso necesario para alcanzar el éxito.

La PYME como un sistema: un enfoque integrado

La clave para superar este problema es empezar a pensar en la PYME como un sistema integrado donde cada parte tiene un rol crucial, pero al mismo tiempo está profundamente interconectada con las demás. Las decisiones que se tomen en un área deben ser evaluadas considerando cómo afectarán a las otras partes del negocio.

Esto no significa que cada decisión deba ser consultada con todos los departamentos, pero sí implica que los líderes deben tener una visión de conjunto y asegurarse de que los objetivos de cada área estén alineados con los objetivos generales de la organización.

El enfoque integrado también fomenta una cultura de colaboración dentro de la empresa. Cuando todos los departamentos entienden que forman parte de un mismo sistema y que sus acciones afectan el desempeño de las demás áreas, es más probable que trabajen juntos en lugar de competir o aislarse. Esta colaboración no solo mejora el ambiente de trabajo, sino que también permite identificar oportunidades de mejora que, de otro modo, pasarían desapercibidas.

¿Cómo lograr una visión integral?

  1. Comunicación constante: Es fundamental establecer canales de comunicación entre las distintas áreas de la empresa. Las reuniones interdepartamentales y los comités de dirección son excelentes espacios para alinear objetivos y compartir información relevante. La clave aquí es la transparencia: todos deben saber qué está haciendo cada área y cómo eso contribuye al objetivo general.
  2. Objetivos comunes: Además de los objetivos específicos de cada área, es importante definir objetivos comunes para toda la organización. Estos deben ser claros y compartidos por todos los niveles de la empresa. De esta manera, se asegura que todas las áreas estén trabajando en la misma dirección.
  3. Evaluación integral de resultados: No basta con medir el desempeño de cada área de manera aislada. Es necesario contar con indicadores que midan el desempeño de la empresa como un todo. Un tablero de control, por ejemplo, puede incluir métricas que reflejen no solo los resultados financieros, sino también el impacto en otras áreas clave como la satisfacción del cliente, la eficiencia operativa y la motivación del personal.
  4. Formación en pensamiento sistémico: Capacitar a los líderes de la empresa en el pensamiento sistémico es una excelente manera de asegurar que comprendan cómo las decisiones en su área pueden afectar al resto de la organización. Esta formación debe incluir no solo conocimientos técnicos, sino también habilidades de liderazgo que fomenten la colaboración y la comunicación entre equipos.

Conclusión

Pensar en la PYME como un todo, y no como una suma de áreas separadas, es esencial para su éxito a largo plazo. La integración de todas las partes de la empresa permite tomar decisiones más inteligentes, optimizar los recursos y mejorar el rendimiento global. Además, fomenta una cultura de colaboración que motiva a los empleados y alinea sus esfuerzos con los objetivos estratégicos de la organización. En lugar de ver a cada departamento como una isla, debemos aprender a ver la empresa como un sistema en el que todas las piezas trabajan juntas para alcanzar un objetivo común. Solo así podremos desbloquear el verdadero potencial de nuestras PYMES.

Para contactar a Juan Carlos e implementar estos conceptos en tu empresa, escribirle a jcvalda@grandespymes.com.ar

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