por Merce Roura
Soltar lo que habías pensado que debía ser para darte cuenta de lo que es, sea lo que sea… Aunque no te guste o no te encaje.
Perdonarte por no haberte sentido a la altura y descubrir que no pasa nada. Que no había nada en ti que estuviera mal. Que nada es perfecto. Que la vida es rara a veces y da patadas para que veas las patadas que te das.
Aunque los golpes recibidos todavía duelan.
Perdonarte y darte una tregua para poder parar y respirar.
Para permitirte fallar y caer un rato, sabiendo que vas a levantarte y renacer. Sabiendo que hay algo en ti que no muere nunca, por más zarandeo que recibas, por más miedo que tengas.
Perdonarte y perdonar.
Porque las personas no son expectativas. Porque todos andamos por ahí perdidos en nuestras culpas imaginarias y nuestros miedos más antiguos. Y a veces, damos golpes sin querer y nos hacemos daño unos a otros sin casi notar porque nos estamos protegiendo de la vida…
Aunque el recuerdo de los malos momentos siga todavía presente.
Perdonarte y sentir.
Sentir esa punzada que supone darte cuenta de que las cosas no son como deseas, pero que estás contigo.
Sentir esa angustia por no saber qué pasará. Acurrucarte un rato cuando esa incertidumbre es tan dolorosa que las lágrimas se te acumulan en la garganta y no sabes si llorar o gritar.
A veces, parece tristeza y es rabia.
A veces, parece rabia y es llanto pendiente que te pide pista para salir.
Perdonarse y perdonar.
Porque a veces no nos acordamos de quiénes somos y pretendemos encajar en un hueco pequeño porque olvidamos que somos grandes… Porque pretendemos ser como creemos que este mundo loco nos reclama y acabamos recortándonos los deseos y las alas por si molestan.
Porque nos apagamos el brillo por si deslumbra demasiado.
Perdonarse y perdonar.
Nadie nos hace nada, en realidad.
No hay ofensa cuya semilla no hayamos permitido que brotara en nuestros pensamientos lúgubres y asustados.
Perdonarse y perdonar.
Respirar.
Nada es tan terrible si estás vivo.
Si las personas a las que amas están vivas. Si puedes contarlo y decidir reírte.
Si puedes sacar una lección de lo vivido y elegir no volver a caer en la trampa, ni repetir patrones absurdos.
Si puedes volver a pasar por el mismo lugar del camino donde tropezaste y darte cuenta de que ya no eres la misma persona.
Si has tenido que escoger y has optado por ti y has confiado en tus ganas y tu capacidad de levantarte.
En la vida no hay contra reembolso, hay que arriesgarse a vivir.
Hay que aportar fuerte por uno mismo.
Perdonarse y perdonar.
Porque eso te libera de ser la víctima de nada ni de nadie. Porque te permite sobrevolar el pasado con ojos nuevos…
Porque lo humano es imperfecto y lo imperfecto es también maravilloso si tú lo decides.
Porque tú decides.