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Hay una palabra que me fascina, sobre todo desde que conocí su significado: “Responsabilidad”.
Deriva del latín responsum, que a su vez significa “obligado a responder sobre algo o por alguien”.
A su vez, responder del latín respondere, tiene varias acepciones entre las que destaco dos:
– “Contestar, satisfacer a lo que se pregunta o propone”.
– “Satisfacer al argumento, situación, duda, dificultad o demanda”.
Creo que el contexto global actual y por extensión el organizacional, caracterizado por la duda, la demanda, la incertidumbre, el cambio continuo y la desconfianza generalizada, requiere de personas que crean firme y sinceramente en la casi obligatoria necesidad de contestar, de satisfacer, de responder, de dar la cara sobre la genuina base de sus convicciones más profundas.
La responsabilidad como valor, trasciende siempre al rol o función que ocasionalmente ocupamos en una empresa u otro tipo de organización… o en la vida misma!.
La responsabilidad también consiste en ser consciente del impacto que lo que uno hace, insisto, más allá de su rol, generará producto de su proceder ya sea a través de una decisión de negocio, una palabra o un simple juego.
En una Organización, la responsabilidad debería trascender al cargo, impulsando a ser, pensar y ejecutar responsablemente; sean “CEOS” de una compañía, Gerentes, Administrativos, Mandos Medios o Pasantes.
El devenir actual, y por lo que se vislumbra el futuro inmediato, requiere dar respuestas independientemente de la posición o cargo funcional; los cambios continuos nos obligan a comunicarnos y a trabajar de una manera tal vez distinta o “nueva” para muchos.
La necesidad de hacer valer ideas, aportes y convicciones “responsablemente”, sea tal vez uno de los pocos puntos de apalancamiento que quedan, so pena, de vivir en un estado de continua victimización, generado por situaciones que si bien puntualmente uno no tal vez no haya propiciado, es cierto que la propia irresponsabilidad contribuye a incrementar mediante la no respuesta, el dejar todo como está, el seguir zafando, y otra serie de comportamientos.
En mi libro, “La empresa pendiente: cambio organizacional a través de las personas” (Ediciones Ugerman, 2014), analizo, los cambios que impactan en la empresa y lo que creo, debieran ser las respuestas, o por lo menos, las preguntas “responsables” que como miembros de una organización debemos estar dando o formulando, o al menos ayudar a quienes deberían darlas.
Todo lo demás, viene después. Si usted es percibido como persona de convicciones y respuestas con las que se podrá coincidir o no, pero que las brinda y que responden de acuerdo a lo que se espera de usted, lo llamarán “líder”, “referente”, “jugador clave”, “número 1”, y una serie de rótulos más, que resultarán exclusivamente de su proceder responsable, más que ser adjetivos de moda propios de la jerga de “negocios”.
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