por Francisco Alcaide Hernandez
Hace unos días en una Entrevista en Radio Social Slang (@socialslang) que me hizo Lola Carrasco (@barnalola) me decía que había observado que en las RRSS había mucha gente que estaba muy agradecida de la publicación de Aprendiendo de los mejores (Alienta, 2013, 4ª edición).
Creo que es así debido fundamentalmente a una causa, y es que la gente descubre en su lectura algo fundamental para nuestro desarrollo personal: no existen las personas ‘especiales’, es decir, que las personas que consiguen resultados, digamos excepcionales, que a muchas personas les gustaría conseguir, no están más dotadas que otras, no son los elegidos por la naturaleza, ni tienen poderes que otras personas no tienen. Por decirlo de alguna manera gráfica: no existen los Harry Potter de ‘carne y hueso’; no existen las personas que varita mágica en mano hagan un chasquido y logren aquellas cosas que desean obtener.
La principal debilidad humana es que nos infravaloramos, que creemos que no somos suficientemente buenos, las dudas que tenemos sobre nosotros mismos, la falta de FE (con mayúsculas). Y el problema es que te conviertes en lo que crees, te guste o no. Cada persona se convierte única y exclusivamente en aquello que se da el permiso de ser. Por eso Jiddu Krisnamurti, filósofo indio, siempre decía: «La religión de todos los hombres debería ser aprender a creer en sí mismos»; por eso también el escritor y filósofo Ralph Waldo Emerson decía: «La confianza en uno mismo es el primer secreto del éxito; en la confianza» (ver artículo 10 hábitos para cultivar la confianza en uno mismo).
Todo parte de ahí: creer que uno puede hacer algo, moviliza a ir a por ello; creer que uno no puede hacer algo, paraliza para no ir a por ello y conformarse con menos. Y ese es el problema, nuestras Creencias —limitantes o posibilitadoras— que nos impulsan o nos reprimen en un sentido u otro. Porque nos guste o no, somos adictos a nuestras Creencias.
Una Creencia no es otra cosas que una idea que damos por cierta; una Creencia es una idea que domina nuestra mente… pero que muchas veces es falsa. Ese es el problema. Como dijo cierta vez Josh Billings: «No es lo que ignoramos lo que nos impide prosperar sino lo que creemos que sabemos y es falso». Por eso, muchas veces más importante que ‘aprender’ es ‘desaprender’.
Te pondré un ejemplo: hasta el siglo XVI todos los barcos que se construían eran de madera, porque había una Creencia entre la gente que decía:
Como la madera flota, los barcos se construían de madera. Hasta que alguien desafió esa Creencia y demostró que, que un barco flote o no, no depende del material del que está construido sino de la cantidad de agua desalojada.
Y la Creencia más dañina que existe —como ya hemos anticipado— es pensar que existen las personas ‘especiales’. No existen tales personas. Son individuos como cualquiera, eso sí, que aplican una serie de principios que están al alcance de cualquier persona si uno está dispuesto a pagar el precio por ello.
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Reblogueó esto en Gestión de personas – Ing. Gustavo Vittek.