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Cuando lo mejor es permanecer callado.

Por Roberto García “Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios”. Seguro que has oído esta frase más veces. Parece que fue Aristóteles quien la pronunció por primera vez pero se le ha leído también a Shakespeare o a Gandhi. Cuando semejantes personajes la han utilizado, es que algo de verdad habrá en ella. Y es que el silencio es un capital difícil de administrar. Todos lo tenemos, pero no lo utilizamos de la misma manera. Llevado al mundo laboral, seguro que conoces a alguien que siempre quiere ser el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro. El afán de protagonismo les lleva a meterse en cualquier charco, opinando tanto de lo que les compete como de lo que no. Inicialmente te parece una persona activa a inteligente, pero a los cinco minutos te das cuenta de que, en el mejor de los casos, todo es humo y fachada. Tomar la iniciativa suele ser bien valorado en el trabajo. “Si no tienes nada que decir, para qué vas a la reunión” solía decir un antiguo jefe mío que era de esos que no administraba muy bien sus silencios. Pero en ocasiones, creo que quedarse callado es la mejor opción. Para empezar, callarnos es la primera condición para escuchar y, por lo tanto, el pilar más elemental de la comunicación.

Por Roberto García 

Somos esclavos de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios”. Seguro que has oído esta frase más veces. Parece que fue Aristóteles quien la pronunció por primera vez pero se le ha leído también a Shakespeare o a Gandhi. Cuando semejantes personajes la han utilizado, es que algo de verdad habrá en ella. Y es que el silencio es un capital difícil de administrar. Todos lo tenemos, pero no lo utilizamos de la misma manera. Llevado al mundo laboral, seguro que conoces a alguien que siempre quiere ser el niño en el bautizo, la novia en la boda y el muerto en el entierro. El afán de protagonismo les lleva a meterse en cualquier charco, opinando tanto de lo que les compete como de lo que no. Inicialmente te parece una persona activa a inteligente, pero a los cinco minutos te das cuenta de que, en el mejor de los casos, todo es humo y fachada.

Tomar la iniciativa suele ser bien valorado en el trabajo. “Si no tienes nada que decir, para qué vas a la reunión” solía decir un antiguo jefe mío que era de esos que no administraba muy bien sus silencios. Pero en ocasiones, creo que quedarse callado es la mejor opción. Para empezar, callarnos es la primera condición para escuchar y, por lo tanto, el pilar más elemental de la comunicación. Además de saber hablar, tenemos que saber callar. En cualquier reunión a mi me gusta permanecer callado al principio, escuchar lo que tienen que decir los demás, aprender cuales son sus justificaciones, necesidades y motivaciones y entonces, lanzar mis mensajes. Hay veces que se da la vuelta totalmente a lo que tenías pensado decir porque te das cuenta de que no aplica después de haber escuchado a los demás.

Hay situaciones en el mundo laboral donde está claro que quedarse callado es la mejor opción. Por ejemplo, cuando no tienes conocimiento sobre un tema. Como decía Groucho Marx «es mejor tener la boca cerrada y parecer estúpido que abrirla y disipar la duda«. Cuantas veces opinamos de lo que no sabemos y que molesto es cuando alguien que no conoce nuestro trabajo, opina sobre él, ¿verdad?
Otra situación en la que podemos ahorrarnos las palabras es cuando vamos a hacer una crítica no constructiva. Fácil de decir, difícil de hacer, lo sé, porque los egos y las animadversiones personales nos hacen decir cosas que deberíamos haber callado pero está claro que la riña y el mal ambiente no nos ayudará nada en nuestro trabajo. Suele ser mejor contar hasta diez y ahorrarse ese comentario venenoso que nos sale de dentro.

Más momentos en los que es mejor optar por el silencio: cuando el debate termina en discusión. El debate es sano, hasta necesario diría yo. Intercambiar puntos de vista con una persona que tiene opiniones diferentes a las tuyas es siempre beneficioso. Pero cuando se pierden las formas y ya se busca únicamente quedar por encima del otro en vez de llegar a un acuerdo, es mejor terminar la conversación, nada bueno puede salir de ahí

Otra situación en la que es mejor callar, difícil de detectar, es cuando aburres a la gente. Tú sabes mucho de un tema que además, te parece superinteresante. Pero los demás ya han escuchado todo lo que necesitaban saber sobre ello y todo lo que digas adicional, les entra por un oído y les sale por otro. Si no te das cuenta de ello, malo. Mejor dar por zanjada la perorata y dejar que intervenga otra persona porque si no, la siguiente vez no te querrán escuchar.

A veces parece que quien participa mucho en las reuniones o es muy activo en cualquier foro es mejor profesional, pero no creo que sea así. Más bien al contrario, es más inteligente usar las palabras convenientemente, solo cuando son necesarias y administrar esa capital que es nuestro silencio. Como diría Depeche Mode, «enjoy the silence»

Fuente: https://balcon40.com/2022/08/12/cuando-lo-mejor-es-permanecer-callado/

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