Modo Oscuro Modo Claro

¿Y si te dijera que no hay caja?

Por Juan Carlos Valda – jcvalda@grandespymes.com.ar

Has oído mil veces esa frase de “pensar fuera de la caja”, ¿cierto? Te la tiran en una charla, en un curso de innovación, en un post de LinkedIn o en alguna reunión de esas donde todos quieren sonar creativos y claro, suena lindo. Invita a desafiar lo establecido, a salir del molde, a hacer algo distinto, pero hay algo que rara vez te dicen: ¿quién puso esa caja ahí? ¿Y si nunca existió?

Porque el problema no es salir de la caja. El problema es que seguimos creyendo que hay una, que hay límites invisibles que no podemos cruzar, que hay reglas inamovibles, que sólo algunos pueden innovar y que necesitamos permiso para hacer las cosas de otra manera. Pero, ¿y si la caja está solo en nuestra cabeza?

El empresario PYME y sus propias paredes

Mirá, no estás solo. A todos nos pasa, muy especialmente en las PYMES, donde el día a día te come, donde todo es urgente y donde sentarse a pensar distinto suena a lujo. Es fácil caer en esa trampa: “Esto siempre se hizo así”, “con lo que tenemos no se puede”, “eso es para las grandes empresas”, “acá no funcionaría”.

No son frases tontas sino mecanismos de defensa que nos sirven para justificar por qué no cambiamos, por qué no intentamos algo distinto. Nos ahorran el miedo al error, a la crítica, a lo desconocido, pero, también nos ahorran las oportunidades.

Y ahí es donde la idea de la “caja” se vuelve peligrosa porque no es una caja real, no está hecha de cartón ni de metal sino de creencias, de suposiciones y de límites mentales que nadie más ve, pero que nosotros defendemos como si fueran leyes naturales.

La creatividad no es magia

A veces creemos que la creatividad es un don reservado para artistas, publicistas o genios tipo Steve Jobs pero eso es otro mito. La creatividad es una forma de mirar, no un talento especial, es observar lo cotidiano con ojos nuevos y preguntarte “¿por qué no?” en vez de repetir “porque siempre fue así”.

Te doy un ejemplo concreto: una panadería de barrio que decidió ofrecer desayunos por suscripción. Nadie lo hacía porque todos pensaban que la gente sólo compraba cuando pasaba. Pero alguien se animó a pensar diferente. ¿El resultado? Clientes fieles, ingresos recurrentes y un modelo que hoy están copiando otros. ¿Genialidad? No. Decisión de mirar sin la caja.

Otro caso: una empresa de reparación de electrodomésticos que creó packs preventivos para empresas de alquiler. En vez de esperar a que los llamen por una urgencia, ofrecieron mantenimiento regular, cambiaron el juego. Solo necesitaban cambiar el enfoque porque las ideas no vienen del cielo sino del roce con la realidad, cuando uno se permite cuestionar.

Las creencias limitantes que frenan tu negocio

Ahora, seamos honestos. La mayoría de los empresarios PYME no están frenados por la falta de ideas, están frenados por lo que creen sobre sí mismos, su empresa o su contexto. ¿Te suenan algunas de estas?

  • “No tengo tiempo para pensar en eso.”
  • “Eso no funcionaría con mi gente.”
  • “Mis clientes no lo aceptarían.”
  • “No estoy preparado para algo así.”

¿Sabés qué tienen en común todas esas frases? Que no hablan de la realidad, hablan de lo que creemos sobre la realidad. Son como filtros que distorsionan lo que vemos. Nos convencemos de que no se puede… y entonces, no lo intentamos.

Esto no es autoayuda ni pensamiento mágico, es simplemente algo que veo todos los días. Empresas que podrían crecer, innovar, transformarse, pero no lo hacen porque están atrapadas en una lógica vieja. Una lógica que nunca fue cuestionada.

¿Cómo se sale de la caja (o, mejor dicho, cómo se descubre que no hay)?

El primer paso es darte cuenta de que estás adentro. Aunque no haya una caja real, muchas veces actuamos como si existiera. La única manera de romperla es hacerte preguntas nuevas. No esas que ya te sabés de memoria, sino las que incomodan un poco:

  • ¿Qué parte de mi negocio hago solo porque siempre se hizo así?
  • ¿Qué cosa podría probar que nunca me animé?
  • ¿Qué problema recurrente podría tener otra solución?
  • ¿Qué haría si tuviera que reinventar mi empresa desde cero?

Fíjate que no se trata de cambiar todo sino de ver diferente. A veces, un pequeño ajuste en la mirada puede cambiar todo el juego.

No se trata de volverse loco, sino de volverse libre

Al hablar de creatividad, algunos empresarios se imaginan que les estás pidiendo que hagan algo disruptivo, radical, casi irresponsable. Y no, no se trata de tirar todo por la borda sino de recuperar la capacidad de elegir porque si hacés lo que hacés solo por inercia, dejaste de ser dueño de tu negocio. Te convertiste en empleado del sistema que vos mismo creaste.

Pensar sin caja, es decir: “Ya entendí cómo funciona esto… ahora quiero ver qué más se puede hacer.” Es animarse a diseñar, no solo a ejecutar, a cuestionar sin destruir y a innovar sin perder identidad.

El riesgo de no hacerlo

Quizás estás pensando: “Sí, suena bien, pero no tengo tiempo para eso ahora.” Y lo entiendo. Pero hay algo que deberías saber: el no cambio también tiene consecuencias.

Porque mientras vos seguís dentro de tu lógica habitual, el contexto cambia. Los clientes cambian. La competencia cambia. La tecnología cambia. Si tú no cambias, un día te vas a dar cuenta de que el negocio que construiste ya no responde a ninguna necesidad real.

Y ahí, cuando querés reaccionar, quizás ya sea tarde.

No es para asustarte, es para motivarte porque tenés la ventaja de conocer tu negocio como nadie. Y si además te animas a mirarlo sin la caja, podés reinventarlo sin perder su esencia.

Un ejercicio para empezar

Te propongo algo simple, pero potente. Elegí un área de tu empresa (ventas, atención al cliente, entrega de producto, lo que quieras). Ahora formúlate estas tres preguntas:

  1. ¿Qué hacemos hoy que ya no tiene sentido?
  2. ¿Qué hacen otros que podríamos adaptar?
  3. ¿Qué podríamos hacer si no tuviéramos ninguna restricción?

Anotá lo que surja y no lo filtres, no lo juzgues. Sólo míralo y luego compártelo con alguien de confianza, puede ser un socio, un colaborador, un cliente fiel. Vas a ver que aparecen cosas nuevas porque la innovación no empieza con una idea genial. Empieza con una pregunta honesta.

Conclusión: la caja no existe, el límite está en lo que creés

“Pensar fuera de la caja” ya no alcanza. Es hora de entender que muchas veces la caja está solo en tu cabeza, que no hay límites fijos, que no necesitás permiso para crear, que no hay que esperar el momento ideal porque el momento ideal es ahora, y el primer paso es cambiar la forma en que ves tu propio negocio.

El empresario PYME tiene algo que muchos envidiarían: la posibilidad real de decidir, de probar, de cambiar, pero esa posibilidad solo se activa cuando dejas de actuar como si estuvieras atrapado.

Así que, la próxima vez que alguien te diga que tenés que pensar fuera de la caja… pregúntale: “¿Y quién dijo que hay una?”

Agregar Comentario Agregar Comentario

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio esta protegido por reCAPTCHA y laPolítica de privacidady losTérminos del servicio de Googlese aplican.

El periodo de verificación de reCAPTCHA ha caducado. Por favor, recarga la página.

Post Anterior

Ralph Marston

Próximo Post

Olvidate de AUMENTAR PRECIOS