Por Juan Carlos Valda
Si eres empresario PYME, seguro te ha pasado: das una indicación y al poco tiempo descubres que nadie la entendió como esperabas. O peor, ni siquiera la recuerdan. Entonces viene la frustración: «¡Pero si era obvio!», «¡No puede ser que no se hayan dado cuenta!», «¡Lo dije claramente!».
Pero, ¿y si el problema no es que ellos no escuchan, sino que tú estás asumiendo que ciertas cosas son evidentes cuando en realidad no lo son?
Lo obvio no es universal
Una de las trampas más peligrosas en la comunicación dentro de una empresa es la creencia de que lo que es obvio para uno, también lo es para los demás. Como empresario, llevas años (o décadas) en el negocio, conoces la historia, entiendes los códigos y tienes una visión clara del futuro.
Tus colaboradores, en cambio, no viven dentro de tu cabeza. No comparten tu experiencia ni han pasado por los mismos procesos de toma de decisiones. Lo que para ti es una verdad evidente, para ellos puede ser algo nuevo, confuso o incluso contradictorio con lo que entendieron antes.
Ejemplos típicos de obviedades que no lo son
Para que veas cómo este problema afecta a tu PYME, aquí algunos ejemplos:
- El «sé inteligente» que nadie entiende
- Dices: «Quiero que pienses como un empresario».
- Tu colaborador piensa: «¿Qué significa eso? ¿Quiere que gaste menos? ¿Que haga lo que quiera sin consultarle? ¿Que tome más riesgos?».
- Los cambios no explicados
- Dices: «A partir de ahora vamos a priorizar la calidad sobre la velocidad».
- Tu colaborador piensa: «¿Significa que debo tardar más en cada tarea? ¿Y si un cliente se queja porque nos demoramos?».
- El problema de las expectativas ocultas
- Tienes en mente que tu gerente de ventas debería proponer estrategias de crecimiento.
- Pero nunca lo dijiste explícitamente.
- Cuando notas que solo cumple con sus tareas básicas, te molesta. «¡No tiene iniciativa!». Pero él ni siquiera sabía que esperabas eso de él.
¿Cómo combatir la trampa de las obviedades?
- Explica como si nadie supiera nada
No importa cuán simple te parezca algo, explícalo. Es mejor repetir lo básico que asumir que todos lo tienen claro.
- En lugar de decir «Quiero que pienses como empresario», prueba con: «Quiero que cada decisión que tomes considere el impacto en costos, clientes y el equipo».
- En lugar de «Vamos a priorizar la calidad», prueba con: «Si una tarea necesita más tiempo para quedar bien hecha, prefiero que tardes más pero asegures la calidad».
- Verifica la comprensión
No es suficiente con hablar. Debes asegurarte de que el mensaje llegó como esperabas.
- Pide a tus colaboradores que repitan con sus palabras lo que entendieron.
- Pregunta: «¿Cómo aplicarías esto en tu trabajo diario?».
- Detecta malentendidos antes de que generen problemas.
- Usa ejemplos concretos
A los empleados no les sirve una visión abstracta. Necesitan ejemplos reales y aplicables.
- En lugar de «Quiero que mejores la atención al cliente», di: «Si un cliente llama con un problema, quiero que lo escuches con calma, tomes sus datos y le digas que en 24 horas le darás una respuesta».
- Documenta lo importante
No confíes solo en la comunicación verbal. Escribe procedimientos, guías o checklists. Si un mensaje clave está documentado, reduces la posibilidad de malentendidos.
- En lugar de asumir que todos saben cómo manejar un reclamo, crea un documento paso a paso con ejemplos.
- Crea un espacio para preguntas y feedback
Si tus empleados sienten que preguntar es molesto o que deberían «saberlo ya», se quedarán con dudas. Anima a que pregunten, corrige sin enojarte y refuerza que la claridad es clave para la empresa.
- Puedes decir: «Prefiero que me pregunten 10 veces y lo hagan bien, a que no pregunten y terminemos con un problema».
- Ten paciencia (aunque te cueste)
Recuerda que, por más que expliques, los hábitos de comunicación toman tiempo en cambiar. Al principio, puede ser frustrante repetir cosas que para ti son «obvias», pero si insistes, verás resultados.
El cambio empieza en el empresario
Si sientes que en tu empresa «nadie entiende nada», tal vez sea momento de revisar cómo te comunicas. No des por sentado que los demás saben lo que tú sabes, ni que comparten tu forma de pensar. Lo que para ti es obvio, para ellos puede ser un misterio.
La buena noticia es que este problema tiene solución: explica mejor, escucha, pregunta y asegúrate de que tu equipo entienda realmente lo que quieres lograr. Si lo haces, verás cómo mejora la comunicación, la eficiencia y el compromiso en tu empresa.
Porque, al final del día, la diferencia entre un líder frustrado y un líder exitoso es su capacidad de hacer que su equipo entienda, se alinee y actúe en la dirección correcta. Y eso solo se logra combatiendo la trampa de las obviedades.
Para contactar a Juan Carlos e implementar estos conceptos en tu empresa, escribirle a jcvalda@grandespymes.com.ar