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por Juan Carlos Valda

La gestión de una PYME es un juego delicado de equilibrios. Muchos empresarios, sin darse cuenta, están construyendo sus negocios sobre una mesa con tres patas: estructura, cultura y estrategia. Sin embargo, en demasiadas ocasiones, estas patas no están alineadas, y el resultado es una mesa tambaleante. Esto genera confusión, ineficiencias y, en muchos casos, estancamiento. Es tiempo de abordar la verdad incómoda: si no alineamos estos tres pilares, la PYME simplemente no llegará muy lejos.

La falsa dicotomía entre estructura y cultura

Es común que el empresario PYME piense en la estructura y la cultura como dos cosas separadas, casi opuestas. Por un lado, están las reglas, los procedimientos, las jerarquías y los organigramas; por el otro, los valores, las normas informales, los hábitos y las dinámicas humanas. Este pensamiento es erróneo y peligroso.

La estructura de la empresa puede parecer algo rígido, una simple configuración organizacional que define quién responde a quién y cómo se asignan las tareas. Pero, la realidad es que la estructura influye directamente en la cultura, y viceversa. Por ejemplo, si tienes una estructura que fomenta la burocracia, la toma de decisiones lenta y la falta de autonomía, inevitablemente, estarás alimentando una cultura de pasividad y desmotivación. A veces, cuando las empresas familiares en particular tienen una estructura informal —donde todo pasa por el dueño— lo que se promueve es la dependencia y el micro control, ahogando cualquier atisbo de proactividad.

La cultura es el ADN de la PYME

Una cultura organizacional bien definida es la que guía los comportamientos, decisiones y actitudes dentro de la empresa. Cuando la cultura no está alineada con la estructura o la estrategia, se genera un cortocircuito. Puedes tener la mejor estrategia en el papel, pero si la cultura promueve el miedo al cambio o la resistencia a las nuevas ideas, esa estrategia nunca verá la luz del día.

He visto muchas veces cómo los empresarios que sienten que «nadie me entiende» o «tengo que hacer todo yo» enfrentan un problema mucho más profundo: la cultura organizacional. Esa cultura no apareció de la nada, fue modelada por las decisiones, acciones y omisiones del propio empresario. Al final, las PYMES, por su naturaleza, reflejan con mucha más claridad la personalidad de sus líderes.

Por eso, la clave está en tomar conciencia de que la cultura es algo que se debe diseñar, nutrir y alinear conscientemente. No se puede dejar a la deriva o asumir que se «arreglará sola». Tampoco podemos caer en la trampa de imponer una cultura de arriba hacia abajo sin tener en cuenta el contexto ni los valores de las personas que forman parte de la empresa.

Estrategia: la brújula que no puede faltar

La estrategia es la dirección hacia donde queremos llevar a la empresa. Es la hoja de ruta que nos dice cómo competir, cómo crecer, cómo adaptarnos a los cambios del mercado. Pero, aquí viene el gran reto: ¿qué sentido tiene tener una estrategia clara si nuestra estructura y nuestra cultura no están alineadas con ella?

Imaginemos que has decidido que tu PYME debe transformarse digitalmente, invirtiendo en nuevas tecnologías para mejorar la eficiencia y expandir su mercado. Sin embargo, tu estructura sigue siendo rígida, con procedimientos engorrosos y centralización extrema de decisiones. Además, tu cultura sigue anclada en la desconfianza hacia lo digital, con empleados que prefieren «lo de siempre». No importa cuántas veces hables de la importancia de la transformación digital; no pasará nada. ¿Por qué? Porque la estructura y la cultura no están alineadas con esa estrategia.

Lo que suele suceder en muchos casos es que los empresarios diseñan una estrategia pero no piensan en los ajustes estructurales o culturales necesarios para implementarla. Hay una desconexión entre lo que se dice y lo que se hace.

El efecto dominó de la falta de alineación

Cuando la estructura, la cultura y la estrategia no están alineadas, todo se convierte en un círculo vicioso. Se genera desconfianza y desmotivación en los empleados, los procesos se vuelven más lentos e ineficientes, y la toma de decisiones se entorpece. Además, la falta de coherencia interna hace que la empresa pierda competitividad frente a otras más ágiles y adaptativas.

Y, por supuesto, esto tiene un efecto directo en el empresario. Ese empresario que siente que «hace todo», que «nadie entiende su visión» o que «los empleados no se comprometen». La realidad es que estos síntomas muchas veces son el resultado de una estructura desalineada con la cultura y una estrategia que no se traduce en acciones concretas.

¿Cómo lograr la alineación?

El primer paso es la autoconciencia: reconocer que hay un problema. El empresario debe preguntarse si su estructura está ayudando o dificultando el logro de los objetivos estratégicos, si la cultura actual está fomentando o frenando la evolución del negocio.

Una vez identificadas las brechas, se debe actuar. No siempre es fácil, pero es posible. A continuación, algunos pasos clave:

  1. Revisar la estructura: ¿Las personas tienen claridad sobre sus roles y responsabilidades? ¿Existe una cadena de mando clara pero flexible? ¿Se promueve la autonomía y la toma de decisiones descentralizadas?
  2. Redefinir la cultura: ¿Los valores y creencias que guían a la empresa están alineados con la estrategia? Si la estrategia es de crecimiento, ¿tenemos una cultura que fomente la innovación y la toma de riesgos? Si la estrategia es de eficiencia, ¿fomentamos una cultura de mejora continua?
  3. Ajustar la estrategia: Revisa si las estrategias actuales son viables con la estructura y cultura existentes. Si no lo son, o bien modificas la estructura y la cultura, o ajustas la estrategia para que todas las piezas encajen.

Conclusión: Tres pilares, un solo camino

Una PYME solo podrá crecer, adaptarse y competir si logra alinear su estructura, cultura y estrategia. Es un proceso constante, que requiere reflexión y ajustes continuos. La buena noticia es que, una vez que logras la alineación, el cambio es palpable: los colaboradores se sienten más comprometidos, las decisiones se toman con mayor rapidez y la empresa avanza en la dirección correcta. Pero el verdadero desafío está en mantener este equilibrio a medida que la empresa crece y evoluciona.

Entonces, si tu PYME parece estar atascada, si sientes que trabajas mucho pero avanzas poco, quizás es hora de revisar si estas tres patas de la mesa están alineadas. Porque, como en toda construcción sólida, el equilibrio lo es todo.

Para contactar a Juan Carlos e implementar estos conceptos en tu empresa, escribirle a jcvalda@grandespymes.com.ar

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