Por Jennifer Delgado.
¿Eres de esas personas que solo captan lo esencial y se olvidan de los detalles? La ciencia revela que lo que se ha considerado popularmente como una “mala memoria” en realidad podría ser un mecanismo muy útil para ayudarnos a tomar decisiones más inteligentes y adaptativas.
Más no siempre es mejor
En las últimas décadas se ha descubierto que la memoria es una función cognitiva mucho más compleja, no es un simple reservorio de información.
En realidad, la principal función de la memoria es ayudarnos a optimizar la toma de decisiones. Nos permite recurrir a nuestras experiencias y la información que hemos almacenado para valorar las consecuencias de las diferentes alternativas y elegir la más conveniente.
Sin embargo, acumular demasiada información no nos garantiza tomar las mejores decisiones. De hecho, en algunos casos puede ser contraproducente.
Los investigadores indican que “la persistencia de la memoria aplicada a los aspectos transitorios o inusuales del mundo transitorios es perjudicial, ya que puede conducir a un comportamiento inflexible y/o a realizar predicciones incorrectas. La persistencia solo es útil cuando mantiene aquellos aspectos de la experiencia que son relativamente estables y/o que predicen nuevas experiencias”.