Por Francisco Alcaide Hernández
1. RECONOCER LA NECESIDAD DE UN CAMBIO.
«Si nos diesen a elegir entre estar medianamente mal (renqueantes) y estar fatal (crisis), casi todos elegiríamos lo primero. Pero entre ambas situaciones, la primera es la más peligrosa. Cuando estás renqueante, la insatisfacción no ha tocado fondo, y no tocar fondo es equivalente a no hacer nada para mejorar, porque la situación, aún siendo difícil, sigue siendo llevadera […] En cambio, las crisis que tanto tememos son más territorio amigo que enemigo. Son insostenibles y eso las convierte en trampolines hacia el éxito, ya que precisamente por suponer una situación intolerable, hacemos lo necesario para ponerle fin y producir el cambio que conduce al periodo de bonanza».
2. VISUALIZACIÓN DEL NUEVO CAMBIO.
«Cuando nació nuestro hijo Álvaro (síndrome de down) nos preguntamos: ¿por qué a nosotros? Poco después, nos preguntábamos: ¿y por qué no? Ahora y desde hace mucho tiempo, nos preguntamos: ¿cómo podríamos vivir sin él?»
3. DEJAR ATRÁS AL PASADO.
«Llega un momento en que es necesario abandonar las ropas usadas que ya tienen la forma de nuestro cuerpo y olvidar los caminos que nos llevan siempre a los mismos lugares. Es el momento de la travesía. Y, si no osamos emprenderla, nos habremos quedado siempre al margen de nosotros mismos».
Los procesos de cambio no son automáticos, sino graduales, llevan tiempo y exigen constancia y paciencia en una dirección determinada. Nunca se producen tan rápido como desearíamos. Además, hay que ser extremadamente disciplinados para cumplir el Plan de Acción y no saltárselo ningún día, porque el ser humano tiende siempre a lo cómodo. Jim Rohn, uno de los personajes de referencia de Aprendiendo de los mejores (Alienta, 12ª edición) decía: «El éxito no es otra cosa que la aplicación diaria de la disciplina. En esta vida tienes que pagar uno de estos precios: o pagas el precio de la disciplina por luchar por tus sueños o pagas el precio del arrepentimiento por no luchar por tus sueños. El dolor de la disciplina pesa kilos, pero el dolor del arrepentimiento pesa toneladas».
«La verdadera prueba se produce esas mañanas que despiertas después de haber trasnochado mucho y lo que menos deseas es levantarte y entrenar sabiendo que vas a tener que trabajar muy duro y que vas a sudar a mares. Es posible que por un momento se establezca un debate en tu mente: ¿Y si me lo salto hoy, sólo por esta vez? Pero no escuchas el canto de sirena que suena en tu mente, porque sabes que de ese modo acabas cayendo por una pendiente peligrosa. Si flaqueas una vez, flaquearás más veces».
Fuente: http://www.franciscoalcaide.com/2017/09/4-pasos-para-cambiar-tu-vida-con-exito.html