Conocer qué es lo fundamental para nosotros es la manera como podemos, en realidad, vivir la vida que nacimos para vivir. Esa vida que expresa nuestro mejor y más auténtico yo.
Las decisiones sobre lo que conviene o no conviene, de lo que se ajusta o no se ajusta , de lo que se relaciona o le es extraño a tu genuina e íntegra esencia, se hacen evidentes.
El cambio, dejar de ser lo que no somos y convertirnos en la persona que estamos destinados a ser, se hace, no fácil (nunca lo va a ser), pero sí más sencillo. Y más urgente. Nos corre prisa por llegar al hogar, por habitar ese maravilloso lugar que es tu propia y única vida.
Sin embargo, muchas veces erramos el camino y miramos para otro lado, ocultamos lo que de verdad somos. Sobre esto nos advierte el sensato Parker Palmer:
Por miedo a que nuestra luz interior se extinga, o que nuestra oscuridad quede expuesta, escondemos nuestras verdaderas identidades el uno del otro. En el proceso, nos alejamos de nuestras propias almas. Terminamos viviendo vidas divididas, tan lejos de la verdad que tenemos dentro, que no podemos conocer la «plenitud que surge de ser lo que eres».
Cuando nos sentimos cómodos con lo que somos, lo que hagan los demás, lo que tengan los demás, o cómo sean los demás, se vuelve irrelevante. El transcurrir de tus días se convierte en la más pura expresión de arte y belleza, la manera en como vives es la manifestación sublime de lo que TU consideras vivir, tu punto de vista. Y así, tu y tu vida se hacen únicos, confortablemente instalados por encima de cualquier comparación. Porque no es posible comparar lo que es de naturaleza tan singular y extraordinaria.
Un gran error que cometemos es buscar felicidad y grandeza donde no se encuentran. Menospreciamos la sencillez y la naturalidad. Parece que una vida en la cual no se conquistan grandes metas, o no se acumulan extraordinarias riquezas y fama es una vida minúscula, una vida sin valor.
Michel de Montaigne, ese eterno sabio nos abre los ojos contra semejante disparate:
Somos grandes insensatos… «hoy no he hecho nada», decimos. «¡Cómo!, ¿no has vivido? Ésta es no sólo la fundamental, sino la más ilustre de tus ocupaciones»… «¿Has sido capaz de meditar y de regir tu vida? Entonces has realizado la tarea más grande de todas». Para mostrarse y dar fruto, la naturaleza de cada persona no necesita de riqueza y posición social. Se muestra igualmente en todos las clases, y lo mismo detrás de la cortina como sin ella. ¿Has sabido componer tu comportamiento? Si es así has hecho mucho más que el que ha compuesto libros. ¿Has sabido reposar? Has hecho más que quien ha conquistado imperios y ciudades. La grande y gloriosa obra maestra del hombre es vivir de modo conveniente. Todo lo demás, reinar, atesorar, edificar, no son más que pequeños apéndices y adminículos a lo sumo.
Es así, cuando miramos con interés hacia dentro, como dejamos de ser lo que no somos y nos convertimos en lo que siempre debimos ser.