por Marcelo Molina
Existe una arraigada creencia acerca de que los amigos están para dar consejos, y no sería un buen amigo quien no actuara de tal modo. Se me ocurre que esta creencia pueda estar cimentada o tener alguna relación con una frase del “Martín Fierro” de José Hernández (Canto XXXII, Segunda Parte): “Un padre que da consejos, más que un padre es un amigo”.
Sin hacer un juicio de valor acerca del acto de “aconsejar”, en muchos casos, el aconsejado suele quedar como Felipe en esta tira cómica del genial Quino…
Estar abierto a las opiniones de los demás, es una cosa. Tomar las opiniones de los demás como verdades, es otra cosa muy distinta. Ya que además de la posibilidad de producir confusión en el aconsejado, hacer caso del consejo hasta podría ocasionar desesperación y frustración: Supongamos que tengo un problema, como Felipe, y voy a un amigo a pedir consejo, mi amigo me sugiere que tome tal decisión en tal sentido, ya que a él en una situación similar le dio resultado. Si yo, haciendo caso de su consejo tomo la decisión y el resultado no es el mismo que el que obtuvo mi amigo, se me agrega un nuevo “problema”: Ahora, además de seguir con mi problema inicial aún no resuelto, concluyo que realmente debo ser un tarado, porque no logré lo que se suponía que debía suceder como me dijo mi amigo…
Un consejo es una opinión, y como tal, muy subjetiva. Es una generalización acerca de una experiencia de vida. Que quizás es o fue muy válida para mí, pero que no tiene por qué ser necesariamente válida o eficaz para otros o para todos.
Dependiendo de cuánta autoridad tenga alguien para “dar un consejo”, las personas podrán confiar más o menos en dicho consejo, pero esto no modifica la particularidad de que este consejo nace de la subjetividad de quien lo dice, de acuerdo a sus propios estándares, para un dominio determinado, sustentado en ciertos valores, y con alguna intención o propósito.
Si nos detenemos a pensar por un momento acerca del acto de aconsejar, podremos observar que se trata de una acción basada en una relación de asimetría, es decir, “yo, que de esto SE un montón, te lo cuento para ayudarte a vos, que no estás alcanzando a VER”.
Coincido con la opinión de que un papá SABE más que su hijo (en ciertos dominios) y que con un consejo puede ayudarle a VER más allá de lo que hoy –desde su juventud– está pudiendo ver. Claro que en este caso yo, como papá, estaría dejando de ver algo importante, algo sustancial, algo de una profundidad asombrosa: mi hijo fue dotado desde su nacimiento con un kit biológico mediante el cual le será posible alcanzar la plenitud, tomando sus propias decisiones, germinadas desde su maravillosa LIBERTAD (¡independientemente de si le doy o no consejos!)
“Paseando una vez por un bosque, un muchacho alcanzó a divisar algo que parecía una crisálida, dentro de su cobertura colgando de una rama, luchando por salir… Se acercó para ver el asombroso milagro de la transformación que se había producido, en el tránsito desde la forma inicial de una oruga, hasta transformarse en una magnífica mariposa… Poco a poco, el insecto fue rasgando su caparazón de seda, asomando sus antenas, luego una pata, luego otra… El muchacho observó cómo lidiaba con la cápsula que la había protegido durante todo el proceso, y ahora parecía ser un obstáculo que impedía su salida a la nueva vida. Se le ocurrió intervenir para facilitar ese nacimiento, agrandando con sus manos la abertura de seda, y de ese modo, la mariposa pudo sacar a la luz todo su cuerpo y, finalmente, sus deslumbrantes alas… La oruga devenida en mariposa desplegó con dificultad sus alas, y ensayó su primer vuelo. El muchacho asombrado la vio partir, y continuó su paseo. Lo que nunca supo este muchacho, fue que con su “ayuda”, al evitarle a la mariposa ese trance del forcejeo, impidió que la mariposa ejercite y fortalezca sus músculos para poder volar, y ese primer intento de vuelo, para esta mariposa, fuel el último…”
A veces, la ayuda implícita en un consejo, a la larga, corre el riesgo de convertirse en un obstáculo para el crecimiento y el desarrollo del aconsejado…
Preguntas para la reflexión:
¿Me encuentro dentro del grupo de personas que recurrentemente pide consejos?
¿Soy de esas personas que constantemente estoy dando consejos (aún si no me los piden)?
¿Qué hace que actúe de tal manera? ¿Qué beneficios me aporta? }
¿Qué posibilidades me cierra esta manera de ser?
Hasta nuestro próximo encuentro!
Para que disfrutes este viaje EN-TREN-A-TU-VIDA!
Autor Marcelo Molina
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