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por Angel Gavin
No, no es lo que estáis pensando. No voy a hablar del efecto DEL Gin-tonic (ese ya lo conocéis). El Efecto Gin-tonic es el nombre con el que me refiero a la facilidad que tenemos para reinventar las cosas y hacer que parezcan nuevas a los ojos de muchos. De la mayoría. Y no solo con productos de gran consumo sino, como veremos, de servicios y metodologías.
¿Por qué lo llamo Efecto Gin-tonic? Desde hace unos años, más o menos cuando bares y pubs empezaron a notar la crisis, se empezó a ofrecer en dichos establecimientos una gran variedad de gin-tonics: variando la marca de la ginebra (diferenciándose unas de otras, dicen, por el propio proceso de re-destilación con diferentes botánicos) e ingredientes adicionales: pepino, manzana, lima, frutos rojos, morcilla de Burgos (éste último me lo he inventado 🙂 ). Etcétera, etcétera, etcétera. Vaya por delante que, pese a que pueda parecer lo contrario por estos comentarios, a mí sí me gustan tomarme un gin-tonic de estos las escasas ocasiones en las que puedo salir por ahí.
Y todo esto, ¿para qué? En realidad no es nada nuevo, ninguna innovación. En algunos países hay una cultura alrededor de la ginebra, como la tenemos con el vino en España. No soy experto en marketing, así que los que lo sois podéis corregirme hasta que os duelan las yemas de los dedos, pero disponer de una oferta tan amplia de variedades le permite al consumidor varias experiencias: desde el refuerzo de la propia identidad (con su variedad preferida, diferenciándose ligeramente, si cabe, de su entorno), la conversación social, cierto esnobismo y otro largo etcétera. Ya sabéis que no compramos productos: compramos experiencias. Y un gin-tonic bien preparado en un pub de moda puede ser una de ellas.
Pero yo creo que hay una razón más o menos oculta que explica que esta moda en España surja al albor de la crisis. Supongo que bares y pubs descubrieron que la gente no estaba por la labor de pagar hasta 12 – 15 euros por un vaso con un chorro de ginebra (la botella entera cuesta ese dinero), un botellín de tónica, limón y hielo (¡y, sí, los costes indirectos, como el local, el salario del camarero, la luz, impuestos, ….!) Pero no dejaba de ser una burrada. Antes de la crisis la gente lo pagaba “porque daba igual todo” pero luego … hubo que bajar el precio a la mitad.
Es decir, se ha reinventado (entre comillas gordas) un producto que proporcionaba unos pingües beneficios. Se ha revertido al precio original y eliminando, al mismo tiempo, el problema que supone el gin-tonic clásico: que todo el mundo se lo puede preparar en casa, o en la calle del propio establecimiento. Podríamos decir, quizá exagerando un poco, que es un giro estratégico de los establecimientos que dispensan este producto.
Los gin-tonics tecnológicos
Reinventar no es coto exclusivo de los mercados de consumo. Cuántas tecnologías y metodologías no se habrán creado en base a otras cuyo pedigrí está de retirada. Cuántas de ellas no son el mismo perro con distinto collar. Cuántos consultores no tendrán que reciclarse casi todos los días para diferenciarse unos de otros siendo, en el fondo, iguales (salvo estilos y enfoques personales, que no es poco) por las dictaduras de las modas. Y cuántas buenas metodologías y tecnologías, siendo buenas, han caído en el olvido precisamente por lo contrario: por considerarlas muchos un modismo pasajero.
Os prometo que me vienen muchas a la mente, pero no las citaré por no herir susceptibilidades (y sobre todos porque la discusión de cada caso particular es un mundo).
Conclusion
Reinventar productos y servicios cuyos modelo de negocio están en declive no es nada nuevo. Las panaderías cayeron en picado cuando los supermercados empezaron a vender pan a un precio mucho más barato. Muchas desaparecieron, pero otras subsistieron por los factores calidad y, sobre todo, ¡variedad! Algo parecido sucedió hace relativamente poco con las tiendas de música, gracias a la irrupción de los formatos digitales. Y las librerías le van a la zaga. Los estancos están en caída libre, por los cambios en la legislación de la compra y consumo de tabaco. Y en el mundo de la tecnología y la consultoría pasa, muchas veces, lo mismo.
En eso consiste un negocio. En aprovechar las oportunidades, modas y tendencias, y ver el declive venir y reaccionar. Renovarse, reinventarse o morir.
Haced esta reflexión, si no la habéis hecho ya, y pensar cuántas veces habéis tenido que reinventar la rueda. O el gin-tonic.
Fuente http://elmiracielos.com/2014/12/11/el-arte-de-hacer-que-las-cosas-parezcan-nuevas-el-efecto-gin-tonic/
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