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Firmas familiares: el reto de la evolución tecnológica

  Firmas familiares: el reto de la evolución tecnológica

por Laura Mafud

El 59% de las pequeñas y medianas compañías ve en la tecnología un diferenciador. Las innovaciones en este campo suelen ser motorizadas por las nuevas generaciones, que se incorporan a la empresa. Cómo negociar entre padres e hijos.
Una vez, fui a una distribuidora de cerveza a ofrecer una solución comercial, con un componente logístico. Quería discutir con el dueño el valor de llevar el inventario y sistematizar el negocio y el movimiento de los camiones. Charlando, me interrumpe y pega un grito: ‘Cheeee, pedí 400 cajones más para mañana que está haciendo mucho calor’”, recuerda Juan Ruggero, presidente de Buenos Aires Software. Los empresarios estaban en un depósito y Ruggero quedó sorprendido al ver cómo el empresario le indicaba a un operario, a ojo, cuántas cajas había, cuántas se iban todos los días y cuántas se iban a ir porque iba a subir la temperatura.
La anécdota, por sencilla que resulte, permite ilustrar una cuestión que toca de cerca a muchas pymes, sobre todo, las familiares. Las nuevas generaciones que se incorporan a la compañía, ansiosas de modernizar tecnológicamente la empresa, muchas veces, deberán hacer frente -convencer, negociar- al modo de trabajo artesanal, y no tan automatizado, que imperó por años en la firma. Una situación típica, cuando los dueños se van o se empiezan a alejar para dejarles el lugar a sus hijos y nietos.

Un estudio de la Oxford Economics, realizado a 2.100 ejecutivos de empresas medianas y pequeñas de más de 21 países, confirma que el 59% de los encuestados ve a la tecnología como un diferenciador central de la competencia y 57% habla de la tecnología como el corazón del esfuerzo por transformar sus negocios. Pero el motor de estos cambios, sostienen los entrevistados consultados, muchas veces lo encienden las nuevas generaciones.
Ruggero está trabajando con una firma textil, con 40 años en el mercado. “No es una herencia, sino la venta de una empresa familiar que adquiere un empresario joven, con un fuerte proyecto de expansión. Estamos haciendo la integración y automatización de puntos de venta. Lo que antes podíamos hacer a mano, ahora se acabó. O lo automatizás o no funciona y perdés plata. Una pyme tradicional está dispuesta a gastar una fortuna en imagen del local pero en el soft le duele. La nueva generación, en cambio, está más preparada para dar ese salto”, completa.
“El tira y afloje entre padres e hijos o abuelos y nietos se da todo el tiempo. Uno quiere incorporar tecnología y el otro no. El joven me llama y me dice ‘quiero que hables con el director’. Recién ahí, estos se entusiasman. Tienden a pensar que la implementación va ser compleja”, agrega Ruggero. De algún modo, fue lo que les pasó a Federico y Fernando Fontenla, tercera generación en la empresa familiar que lleva su apellido y que es comandada por su padre, Roberto. Federico, hoy director General de la compañía que tiene seis locales en la Argentina, uno en Uruguay y que planea construir una fábrica de 10.000 m2 en el Polo Maderero de Berazategui, en la que planea invertir $ 25 millones solo en la obra civil, recuerda, entre risas. “Mi hermano y yo incentivábamos la inversión en tecnología. Mi padre, en cambio, tiene una mirada más conservadora. En ocasiones, como cuando queríamos instalar cámaras de seguridad, al principio, dudaba. Luego, venía a casa un empresario amigo, le mostraba cómo, desde el hogar, podía monitorear lo que sucedía en la firma y ahí se entusiasmaba”.
Fontenla afirma que él, junto a su hermano (ambos comenzaron a participar activamente en la compañía hace 15 años), impulsó la adquisición de un parque tecnológico para el área administrativa, comercial y técnica. “Antes, los diseños se hacían a mano alzada y las órdenes de producción, también. Logramos demostrar cómo la tecnología puede agilizar los procesos”, comenta.
De todos modos, padre e hijos tuvieron que enfrentar distintos puntos de vista. “Para mi padre, no era lo mismo escribir un e-mail, que hacer un llamado o hablar cara a cara. Pero ya no dan los tiempos operativos para llamar a todos”. No obstante, el intercambio comenzó a dar sus frutos. Y, hoy, es su padre quien aprovecha las bondades de las aplicaciones móviles, que maneja desde su smartphone.
“Estas situaciones son un clásico del negocio familiar, tanto para la incorporación de la tecnología de robótica, de comunicaciones y financiera”, destaca Jorge Hambra, al frente de CANF, y amplía. “En la empresa familiar, el cambio generacional genera tensiones entre diversas formas de abordar la realidad. Pero hay otros cambios como la etapa en que cada uno está, cómo vive el futuro y la toma de riesgos: Una generación quiere aminorarlos y otra, enfrentarlos. Y, en lo que es tecnología, también, es otro lenguaje. Es la torre de Babel. Están parados en mundos tecnológicos distintos, con métodos de créditos y pagos, de controles automáticos y demás”, agrega.
“Nosotros no vivimos este problema generacional, que se da en muchas empresas. Somos una empresa de 50 años, mis hermanos y yo somos la tercera generación. Hoy, el management es mucho más estratégico, informado, porque también los avances en la tecnología acompañaron en este cambio. Mi papá se capacita todo el tiempo y no hubo problemas en la sumatoria de nuevas tecnologías. Al contrario, a veces, salen muchas propuestas de incorporación de avances tecnológicos por parte de él”, comenta Yanina Plumari, directora Ejecutiva de la empresa que lleva su apellido, especializada en el desarrollo y producción de colorantes capilares. Hoy, produce en su planta de 5.000 m2, en Lanús. La empresa, que facturó $ 42 millones, en 2013, emplea a 120 personas.

Cambio de imagen (y marca)
Arriesgarse a hacer algo nuevo fue lo que impulsó al chef Diego Coll Benegas a convencer a su familia de hacer un restyling con la empresa, hasta entonces, Van Genderen Catering. “Se movía en un mercado muy desleal; propuse abrirnos, profesionalizarnos y hacer, casi, otro negocio”, comparte. De esa decisión, nació Zapallar, una empresa dedicada a los alimentos congelados y envases al vacío, que empezó a operar, como tal, el año pasado.

Como parte de esta transformación, Coll Benegas incorporó un sistema de envasado al vacío, que demandó una inversión cercana a los $ 400.000. El aporte lo hizo un socio capitalista. “Simplificamos muchos procesos y pudimos establecer procesos de preparación, envasado y guardado”, sostiene.
Hoy, la firma recibe pedidos a través del carro de compras de su página web, además de Facebook y trabaja con un distribuidor en Zona Norte. “Antes, la web sólo era informativa”, compara.
“Las nuevas generaciones tratan de incorporar tecnología de gestión, procesos estandarizados que ordenen la empresa, nuevas herramientas financieras y otros modelos de negocios, basados en las redes sociales”, completa Hambra.
“A muchas pymes les falta adoptar a la tecnología como un aliado fundamental para la mejora continua, así como escalonar su incorporación, con objetivos medibles y alcanzables”, observa Blas Briceño, miembro de la comisión directiva de la Cámara de Empresas del Software y Servicios Informáticos (CESSI) y presidente de Finnegans, un proveedor argentino de software, con presencia en Oceanía, América (de norte a sur) y Europa.
Como sucedió con Zapallar, en ocasiones, la modernización tecnológica, impulsada por la nueva generación, trae consigo un cambio tan radical que hasta explica el nacimiento de una nueva marca. Fue lo que hizo Emmanuel Paglayan, con cuatro socios, el año pasado, con Selvi, el restaurante fundado por su madre, Marta Gueikian, en 1980. Así, nació Ninina Bakery, que emplea a 15 personas y espera facturar $ 6 millones en 2014.
“Las falencias que podría haber tenido Selvi se deben a las tecnologías de hace 20-30 años. Ninina incorpora tecnología en todo su equipamiento: los hornos convectores y combinados, una cámara de frío, máquinas fabricadoras de hielo, luces LED. Invertimos u$s 10.000 en una máquina y molino de café; adquirimos un abatidor de temperaturas (permite una mejora en la conservación de productos y en los tiempos de producción); y un sistema de gestión, para un manejo más eficiente de toda la operación”, comenta Paglayan.
La inversión en equipamiento demandó unos u$s 100.000 y un año de trabajo. “Estos cambios son muy recientes, pero ya permiten ver una mayor estandarización en la producción, eficiencia en el control de inventarios, mayores posibilidades a la hora de querer innovar en la cocina y un acceso a toda la información de ventas con un detalle para cada producto, por día y por hora, si uno quisiera”, agrega.

En el nombre del hijo
Emiliano Bello, al frente de Autocare, una firma que se dedica brindar soluciones integrales de mecánica automotriz en materia de administración, planificación, gestión y funcionamiento de flotas de vehículos para empresas, tomó, hace ocho años, la experiencia de su padre y sumó cobertura en talleres en todo el país, más un sistema de gestión y nuevos servicios que van desde el mantenimiento preventivo, mantenimiento correctivo, administración de siniestros y asesoramiento para la compra y venta de vehículos nuevos, como luego del período de amortización.

“Mi papá tenía varios talleres pero carecía del nivel de gestión para cumplir con los requisitos de una multinacional. En 2006, incorporamos un software de gestión completo, que nos permite tener como una ‘historia clínica de cada vehículo’ y de las preferencias del cliente”, explica Bello, cuya empresa ofrece servicios a firmas como Syngenta, Microsoft, Pfizer y Kraft, entre otras.
Autocare emplea a 14 personas de modo directo y factura unos $ 20 millones. La firma acaba de recibir el premio de Green Cross por los beneficios ambientales que reporta la compañía.
Por su parte, Alfredo Sanjurjo preside Symbar, una empresa de Grupo Hasar, fundada en 1968, que desarrolla productos como captura avanzada de datos, software de movilidad, identificación por radiofrecuencia, comunicaciones unificadas, redes de área local inalámbricas y cómputo móvil, entre otros. Si bien se trata de una empresa de fuerte base tecnológica, la segunda y, sobre todo, la tercera generación, que se incorporó a la firma, también motorizaron la innovación.
“Los nietos, de entre 29 y 37 años, impulsaron cambios en Recursos Humanos, Marketing (manejo de Redes Sociales) y Ventas; lideraron implementaciones de tecnología para la gestión de grandes cantidades de información y data mining”, comenta Sanjurjo.
No obstante, el desafío para las pymes locales es grande. “Son reacias a la incorporación de un activo intangible, como el ERP. Y, también, a dar el salto para profesionalizar la gestión de la firma, no sólo en el ámbito productivo específico donde son competitivas”, observa Briceño.
Sin duda, la innovación tecnológica está jugando un rol vital para las pymes. Y el diálogo y entendimiento intergeneracional es uno de los pilares para sostenerla.
Fuente http://www.cronista.com/pyme/-Firmas-familiares-el-reto-de-la-evolucion-tecnologica-20140327-0013.html

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